16 octubre, 2012
Sábanas vencidas
Sus alcobas se tiñeron de malva en la noche, aún cuando solo había maderas gastadas bajo las tejas del techo. Elena en su cama y Carmelo en la suya. Habían encontrado en el baile un resquicio para burlar las miradas: las de la madre de ella apoltronada en la bancada de la plaza, también las del padre por encima del vaso de vino, y las del hermano, con esa mirada del que mata sin hablar. Carmelo imaginaba cómo sería tocar su piel por debajo del vestido, y no podía evitar un arranque de deseo incontenible escapando de sus pantalones, hasta notarlo ella martilleándole el ombligo. Estaban, ahora sí, bailando según lo acordado hacía dos semanas en susurros, juntando sus manos que antes habían acariciado sus partes, aquellas que no se podían nombrar, sacando a bailar sus aromas ocultos. De regreso a casa se llevaron olores mezclados en sudor, el de toda una noche de manos juntas. En sus camas solitarias durmieron acompañados, lamiendo, oliendo, gimiendo, tocando lo propio pensando en lo suyo, lo de él, de ella, de los dos, encontrándose a pesar de las puertas cerradas, revolcándose en las sábanas vencidas hasta el canto del gallo.
Texto: Miguel A. Brito.
Narración: La Voz Silenciosa
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Melodía de seducción en la plaza del pueblo, así enamoraban nuestros padres. Menos mal que en esto, como en otras tantas cosas, bastante que ha cambiado el argumento.
ResponderEliminarEstupendo texto, Miguel.
Me encanta y me sorprende tu capacidad para tratar temáticas distintas. Ahora le ha tocado a los sentimientos supraterrenales de los amantes bailando y a las miradas que matan.
ResponderEliminarMe gusta las escenas sutiles de los amantes,, recorriendose con las almas
ResponderEliminarAbrazos
Deseo, erotismo, pasión más intensa cuanto más oculta. Evocaciones de un tiempo en que un roce significaba más que mil noches de sexo, en el que cada gesto, cada olor, cada promesa, eran tan intensos que resarcían de todas las prohibiciones.
ResponderEliminarMe ha calado bien hondo.
Juraría haberlo leído en alguna otra parte, pero si es así, no me importa. Me gustó y me gusta la delicadeza que empleas cuando los amantes duermen en camas separadas. Precioso, Miguel Ángel.
ResponderEliminarBesos, con la misma suavidad.
Una forma de romper las barreras, una forma de demostrar que todas las distancias son salvables, hasta las físicas.
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