Aquel piano de cola negro,
cuyo eco retumbaba marmóreo
dentro del prejuicio escondido
del silencio
empañó sus notas en el cristal roto
de unas manos,
marchitando la flor en la maceta
desconchando la pintura del torcido cuadro
que colgaba en la
soledad de la pared.
La música,
melodía sin palabra,
hizo estallar la luz artificial
de la apolillada lámpara
como un punzón,
troquelando
en un difuminado rojo
la mortecina codorniz
que aleteaba expirando su último suspiro
en el raído tejido de la pantalla
ante el público atónito
y acendrado
de un yo perdido,
arrebujado en el ruido
de un aria tan distante y muerta
como lo son
esos absurdos Réquiems
que se tocan,
y ya son de nadie.
Texto: LA ZARZAMORA
+ retos aquí
Tan "tú", querida Eva, aquí, allí, en el trastero y en cualquier parte.
ResponderEliminarUn abrazo