12 diciembre, 2012

Amistades silenciosas

Después de tanto tiempo acompañado, no podría prescindir de ninguna de las dos. Las sigo queriendo. Las dos tiraron de mi vida cuando tuve aquel ataque sorpresa de soledad: ¡Terrible sensación de tiempo baldío, de alejamiento vital, de sentirme nada! Las dos me animaron en otra ocasión en que estaba desbordado, como un aldeano cuando llega por primera vez a la ciudad de los rascacielos.
Decir que son excelentes compañeras, no haría justicia a lo que han tenido que soportar en ese difícil y sinuoso camino que fue mi vida hasta encontrar mi propio sitio. Aún puedo decir de ellas que me desperezan cada mañana y que siguen siendo silenciosas.
Las dos me resultan atractivas, elegantes y seductoras. Aunque son como gemelas, una se adapta a mi pie derecho de mejor forma que la otra.

Texto: Jaime del Egido Mayo

4 comentarios:

  1. Casi siempre a nuestro lado existen amistades en las que no reparamos. Pero... un día descubrimos que han estado ahí, en los momentos más complejos. Y no han sido aquellas que más ruido han montado. Han sido la más silenciosas y discretas.

    Mi madre siempre decía "lo que haga tu mano izquierda, que no se entere la derecha"

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  2. Esas amistades a veces tan necesarias y tan queridas.

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  3. Gracias, FranCo e Inma, por vuestros comentarios.
    Desde hace ya un tiempo, intento que mis "amistades silenciosas" tengan más forma humana que mis playeros de atletismo, jaja.
    Saludos

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  4. Cierto, Jaime, es preferible que las amistades sean algo menos silenciosas, pasadas las melancolías uno se vuelve algo más práctico, ¿verdad?

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