Lo que no me podía creer es que fuera ella la instigadora de tamaño rejuvenecimiento, claro, veintitrés años más joven, ¿se lo podrá creer? Sí, me imagino que sí, que ya habrá oído de todo. Pero si es que es amiga de nuestra hija, desde niña ha frecuentado la casa. Y yo siempre pensando que se interesaba por la madre más de la cuenta porque no la quitaba de la boca, cómo dice Beatriz..., ni de las pupilas cuando se las clavaba en las piernas que dejaban desnudas sus faldas cortas de divorciada en verde, ...qué simpática, ¡ya!
Pues debe de ser que la madre no le hizo caso y se fue a por la hija, que todo sea dicho, nunca le faltaba una oportuna y arrebolada caída de pestañas al personal masculino maduro que las rondaba a ambas, embobados con tanta soltura, tan europeas, ellas. Al final sucedió lo que no tuvo más remedio que suceder, pero claro, el que cayó en las redes fue mi Antonio, ingenuo como siempre, presa fácil para esas dos lobas flacas. Me pregunto si se lo sortearían o si lo dejarían elegir a él. No creo, seguro que lo planearon todo al detalle: que si quédate tú a este que yo me quedo con el otro que me lo tengo más trabajado...
En fin, que sí, no le voy a negar que me alegrara cuando me enteré de que casi se matan porque parece que alguien le boicoteó los frenos a su flamante Audi TT gris metalizado -poco práctico para mi gusto, por cierto-, pero señora juez, yo no tengo ni idea de dónde tienen los frenos los coches, ni tampoco tengo idea de cómo manipularlos, si no, lo hubiera hecho mucho antes, antes de que ya todo estuviera perdido, no le quepa duda, pero que yo sepa, querer que alguien se muera no es ningún delito, ¿no es cierto, señora juez? Si no, todos seríamos culpables. Yo creo que pueden haber pasado dos cosas, o había otras más puestas que yo en mecánica compartiendo mis deseos, o de verdad existe el mal de ojo, que tampoco está penado, de momento.
Texto: Ángeles Jiménez
Narración: La Voz Silenciosa
Cómo me gusta ese estilo tuyo, tan fresco!!
ResponderEliminarAunque yo creo que celos, lo que se dice celos, no son: son certezas.
Me ha gustado mucho
Por cierto, ¿existe el mal de ojo?
ResponderEliminarCelos? como dice Ana, certezas. El mal de ojo no sé si existirá, pero cuatro ojos, para estos casos, cierto que sí.
ResponderEliminar¿Lo entenderá la jueza?
Muy entretenido, Ángeles. Un beso muy gordo.
Muy bien explicado, sí señor, la señora juez creo que debe entenderla, total, entre mujeres estas cosas se entienden, y además sólo se trata de deseos ¿o no? Habría que esperar al veredicto.
ResponderEliminarSaludos Ángeles.
Gracias, chicas, ¿veredicto? Ese es culpable de todas todas... Jejeje
ResponderEliminarDice un amigo mío: "Si lo dudas, no lo dudes".
ResponderEliminarEnhorabuena.
Fantástico Angeles, como la vida misma.
ResponderEliminarSe hace tan directo y efectivo con esta estructura de confesión judicial... Que la jueza encause, que no yo; pero sí te diré que me ha gustado mucho.
ResponderEliminarPor cierto, según dicen los entendidos sí existe el mal de ojo. Anda que no hay que cuidarse de ciertas miradas.
Un abrazo, Ángeles.
Yo la declaro inocente, sin duda. Inocente de colmillos retorcidos. Yo haría la vista gorda siendo la jueza y que entre mujeres quedara el juicio.
ResponderEliminarY en cuanto a cómo escribes, ya alguno de los que te hemos leído coincidimos. Fresco, fluido, irónico y conducido con intención. ¿Qué más se puede pedir? Enhorabuena Ángeles.
Muchas gracias por los comentarios, amigos esféricos, es un placer escribir para ustedes,
ResponderEliminarUn montón de besos.
Es la tercera vez que leo este texto. Cuando una no va sobrada ni de tiempo ni de fuerzas, es una clara señal de que me ha gustado. Está escrito con un lenguaje tan fluído, tan natural... Casi se puede visualizar a la susodicha contándole su peculiar historia a la jueza.
ResponderEliminarVeredicto de lectora: estupendísimo texto.
Nuria R.
Gracias, Nuria, no dejaré de robarte tiempo.
ResponderEliminarGracias, La Voz por la estupenda narración de mi texto.
ResponderEliminarA ti Ángela. Me gusta leerte. Disfruto. Como con otros muchos, que conste. Pero contigo muchísimo.
ResponderEliminarPerdona, no sé por qué escribí Ángela en lugar de Ángeles. Mis disculpas.
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