28 enero, 2013
El Regreso
Atravesó el campo hacía el hogar de su infancia, a diferencia de entonces, caminaba lentamente, sintiendo en el rostro la brisa de la tarde, con aquel penetrante olor del otoño, a tierra mojada bendecida por las primeras lluvias. Inhaló el suave aroma de la vieja higuera que, a pesar de los años de abandono, seguía dando frutos. Abrazó el árbol que un día plantó con sus padres, este pareció responderle enredándole entre sus ramas como si saludara a un viejo amigo.
Tras cincuenta años de ausencia volvía atravesar el umbral de su casa. Poseído por la magia de los recuerdos, creyó percibir el aroma entrañable de las tortitas de anís y canela de su madre. La vieja mecedora donde ella se durmió para siempre, comenzó a balancearse como meciendo su recuerdo, se acomodó en ella dejándose arrullar, cerró lentamente los ojos… Fue entonces cuando apareció Raico sacudiendo su abundante pelambre y moviendo alegremente el rabo, le lamió las manos, el rostro, el cuello... ¡Raíco!- gritó-
¡No podía ser, era imposible, Raíco había muerto! No obstante, ladraba y saltaba sin parar lleno de vida. El olor a las tortitas de anís se fue acentuando, la vieja radio se puso en marcha y sonó aquella bella melodía de Sinatra, “Cheek To Cheek” que Su madre susurraba mientras lo mecía suavemente… Abrió los ojos, creyó ver a su padre, contemplándolos sonriente, apoyado en el marco de la puerta. Ahora todo parecía estar en orden.
-Al fin en casa.- susurró.
Texto: María Isabel Machín García
Narracón: La Voz Silenciosa
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Estupendo relato nostálgico, pero ojo con los volveres y los regresares, que se pueden hacer muy insanos. Mejor es siempre ir, aunque sea a un sitio en el que ya se ha estado antes.
ResponderEliminarCuando uno puede recordar el susurro y el roce de las mejillas maternas mientras lo mecían, es que el círculo se ha cerrado de modo perfecto.
ResponderEliminarQué tierna vuelta atrás! Me ha gustado el modo de narrarlo. Felicidades y un beso.
ResponderEliminarQuerida Angeles, gracias por tu amable comentario.
ResponderEliminarSi, es cierto, es mejor -si es posible- ir siempre adelante; pero hay momentos,en que se cumplen ciclos en la vida del ser humano en que se va acercando cada vez más a ese lugar de la infancia y debe ser un placer sentir, al regresar, que todo está en orden.
Amando, no cabe duda, que habla el poeta; esa es la esencia. Gracias.
ResponderEliminarUn abrazo.
Isolda: Gracias por tu opinión, siempre tan alentadora,cercana y amable. Un abrazo
ResponderEliminarTras leer "las voces bajas" se me asemeja a ese ambiente.
ResponderEliminar¡Que detallazo Jose Francisco poner la melodía de fondo!...Se, que me repito,pero ¿que quieres? no puedo dejar de agradecerte lo que haces para que todo se perfecto. Un abrazo
ResponderEliminarCierto francisco, me he sentido muy cerca de lo que cuenta y como lo cuenta Manuel Rivas; entre sus páginas me en sentido como si hubiera llegado a un lugar donde todo me resultaba conocido.
ResponderEliminarUn afectuoso saludo
Qué nostalgia!
ResponderEliminarHas logrado un ambiente -exterior e interior- reconocible, sea donde sea el lugar al que todos queremos regresar.
Enhorabuena.
Y la locución de la Voz solo ha contribuido a incrementar ese sentimiento.
Querida Ana,la nostalgía suele ser lugar cálido; ultimamente hago breves incursiones en ella ...Será porque ya no quedan mayores que me cuenten cosas, se me han ido casi sin darme cuenta y necesito recuperar sus memorias. Afortunadamente para mí, el sitio donde vivo conserva aún un cierto aroma a infancia.
ResponderEliminarGracias por tu opinión.