25 febrero, 2013
Vagabundear
No, no las espantes, deja las moscas, que también quieren su parte, que de sobras no están hartas y aun me queda algo de piel con la que alimentar su boca. Al menos ellas tienen algo porque a mí me siguen cayendo vacíos los mediodías, uno tras otro, sin nada que hacer.
Dentro de un rato como todas las tardes, buscaré portales acartonados donde se duerma bien. No, ya no me quedan razones bajo este cielo nublado, para decir que no ha acabado la carroña con mi ser. Maldigo la hora esperando que llegue, me dejo llevar, desangrándome en las puertas de la vida. De ponzoña tengo cubierta la sien. Me iré como el agua del grifo para no volver, como los otoños, dejando las marchitas hojas caer. Mientras, el invierno se acerca.
Autor: Gustavo García Pradillo
Narración: La Voz Silenciosa
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La melancolía hecha carne. Duro, muy duro. Para pensar.
ResponderEliminarGracias Armando, seguí tu consejo y parece que quedó mejor.
ResponderEliminarMe parece un texto con una tristeza profunda pero elegante. .Enhorabuena,me ha gustado mucho.
ResponderEliminarGustavo, un texto muy bien escrito, con una gran delicadeza a pesar del tema tan duro que cuenta. Me ha gustado mucho.
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