Anoche volví a ver a mis amigas.
Me sentía tan sola, que desobedecí a mamá.
Me acuerdo de lo bien que lo pasábamos juntas. Las echo tanto de menos.
Mamá dice que me debo acostumbrar a mis nuevas amigas. Pero a mí no me gustan. Son muy serias y huelen a tristeza.
Yo sé que no hago nada malo, solo las observo desde dentro del espejo. Aunque temo que esta vez ha sido la última porque cuando mi madre descubra que, anoche al regresar, dejé la lápida torcida, me convertiré para siempre en un recuerdo de flores marchitas y fotografía en blanco y negro.
Texto: Elena Casero Viana
Narración: La Voz Silenciosa
Un texto tremendo, Elena. Los niños siguen siendo niños incluso más allá del espacio donde la edad no importa.
ResponderEliminarQué imaginación! Como dice Amando, los niños siempre serán niños. Hoy te has vestido como esas crías y has jugado con ellas. Muy bueno, Elena. Un beso.
ResponderEliminarMe encanta!!. Muy tierno, con ese guiño macabro y dulce.
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios. la verdad es que los relatos con niños dan mucho de sí.
ResponderEliminarBesos
Es difícil contar una historia cruda sin caer en el tópico de la lágrima. Me la imagino con esa vista desde allá, perdón, desde el más allá sin quererse ir del más acá. Voz muy bien conseguida. Enhorabuena Elena.
ResponderEliminarUn relato sobrenaturalmente delicioso.
ResponderEliminarY fantástica interpretación, con música esférica incluida (sí, esta es la sintonía de nuestro programa de radio. Gracias, José Francisco!).
Enhorabuena, Elena, me ha encantado.