Liu Wei es chino, tiene ahora 24 años, y perdió sus dos brazos cuando tenía diez años tras un accidente de alta tensión eléctrica que lo dejó en el hospital durante 3 meses. El mundo para él no terminó. En 2010 se presentó al programa de talentos “China Got Talent”, en el que interpretó el clásico “Marriage D’amour” de Richard Clayderman, logró conmover a todo el público y su actuación lo hizo conocido alrededor del mundo.
Practicó durante años siete horas diarias, hasta que aprendió a separar los dedos de sus pies para enfrentarse a las teclas del piano.
“La gente como yo sólo tiene dos opciones. Una es abandonar sus sueños, lo que nos llevaría a una rápida muerte y la otra es luchar sin brazos para vivir una vida extraordinaria”
¿Crees que Liu Wei merece ser el artista de la semana en La Esfera por su superación? ¿Tú hubieras desistido y dedicado a otro tipo de arte?
Merece todos los respetos del mundo. Por su valentía, su juventud y su dedicación, creo que es un ejemplo a segur en cualquier aspecto de la vida. Abrazos
ResponderEliminarClaro que merece ser el artista de la semana, eso y mucho más. Es un ejemplo de superación, te das cuenta de que no tenemos derecho a quejarnos ni a sentirnos limitados.
ResponderEliminarEstupenda elección.
Un abrazo.
Ligia gracias por pasarte a saludarnos y comentar.
ResponderEliminarYashira coincido contigo que muchos nos quejamos de vicio.
Se ponen los pelos de punta.
ResponderEliminarImpresionante!
No hay nada que la voluntad no consiga.
¡Quién dijo miedo! Cuando hay voluntad y pasión, ni las 88 teclas de un piano pueden frenar un sueño. Todo un ejemplo que nos teníamos que apuntar muchos.
ResponderEliminar¡Impresionante!
ResponderEliminarNo puedo decir nada más.
Un abrazo.
La verdad es que hay cosas que no se pueden definir con palabras una de ellas sin duda es la capacidad de superación que tienen algunas personas.
ResponderEliminarAl verlo he pensado en Paul Wittgenstein y he buceado en mi blog para dar con este microrrelato que os dejo a todos con un abrazo desde Berlín.
ResponderEliminar(Mikel Aboitiz)
Paul
El pianista manco me perseguía por las noches, implacable. Le soñaba rico y apuesto. Al comenzar el día, bajo la ducha, aparecía entre la espuma del jabón como un vago recuerdo. Interpretaba a Ravel. Al mediodía me venían a la cabeza jirones desgarrados de su música. Sus notas —una nieve liviana mecida por el viento— caían sobre mis comidas dejadas a medias. Al acostarme, un temblor me visitaba, pues temía encontrarle entre las sábanas. Rehuía el sueño refugiándome en la lectura hasta que, casualmente, en las páginas de un libro, hallé su historia. Existió y se llamaba Paul.