25 mayo, 2013

Concepción y anatomía del personaje literario

Lección de anatomía del Dr. Tulp
Autor: Rembrandt, 1632
El escritor en su Esfera
Hay escritores que tienen por costumbre trazar una biografía completa de sus personajes antes incluso de comenzar a escribir la primera línea de su historia, y otros, sin embargo apenas reúnen algunas anotaciones desordenadas e inconexas sobre sus personajes. Ambas fórmulas definen la anatomía del personaje.

Un personaje es la expresión analítica, la expresión resumida de una persona. Es el poso, la síntesis, el rescoldo que una persona, posiblemente real, deja en el cuaderno de notas o en la memoria de un escritor. Éste tiene, a partir de ello, la inconmensurable y delicada tarea de acometer el diseño y de leer el nunca redactado manual de instrucciones de montaje del personaje.


Los responsables de la anatomía del personaje son el propio escritor y, muchas veces, el propio personaje.


En el diseño de la anatomía del personaje, la complejidad de ésta debe ser suficiente como para soportar, como para servir de contenedor de, todas las experiencias por las que,
en la historia narrada, habrá de pasar. Dotar de ese contenido, de ese entramado de personalidad, al personaje, es la tarea.

Durante la construcción del personaje, no faltarán momentos en los que el escritor haya de sentirse necesariamente como una especie de doctor Frankenstein, con la mesa de operaciones repleta de piezas (sin vida) de distintas personas reales, con las que ir montando su personaje, con las que darle vida. Rasgos, voces, facciones, frases, costumbres, manías, cicatrices...

Al escritor británico Angus Wilson, los personajes se le revelaban cuando la gente le hablaba. Tomaba rasgos, gestos, dejes, voces, semblantes..., de distintas personas reales y las mezclaba y, afirmaba: "a partir de tales mezclas puedo crear personajes".
En el caso de Aldous Huxley, sus personajes están basados, "inevitablemente, en personas conocidas", aunque para él "los personajes novelescos son muy simplificados; son mucho menos complejos que las personas reales".

En todos los casos, en la anatomía del personaje es requerido dedicar importantes esfuerzos al diseño, a la creación de su mundo interior, el mundo que dirá más cosas del personaje que todas las descripciones que el escritor pueda acumular durante la novela. Déle el escritor al personaje un pasado que recordar, que temer, que ocultar o al que enfrentarse, plantéele conflictos que forjen su personalidad y déle un tiempo para poner en orden su vida o para alcanzar sus objetivos y conseguir sus ambiciones. Acompáñelo de enemigos y aliados, sitúelo frente a obstáculos gigantescos, estréchele los caminos, inunde su piso y échele un salvavidas invisible, sométale a dilemas trascendentales, vívale!

El escritor, una vez que le haya insuflado un halo de vida a su personaje, y una vez dispuesto el resto de elementos en su escenario vital; deberá dejar al personaje deambular por su imaginación, que es su mundo, deberá dejarle que se enfrente a sus miedos, a los conflictos que se le avecinan, debe dejarle, en definitiva, que crezca, que se haga mayor. Y mientras tanto, tomar buena nota de sus reacciones, pues habrán de constituir el mejor material literario de que disponga el escritor en su tarea de transmitir fielmente al lector la esencia del personaje creado. Esto proceso ocurre en ocasiones tan literalmente así que, los responsables de la anatomía del personaje son el propio escritor y, muchas veces, el propio personaje, que llega incluso a sorprender a su propio creador, mostrando facetas necesarias para su propia existencia a las que el escritor no ha podido anticiparse durante su concepción.
En definitiva, después de que el personaje rompa a llorar nada más nacer, dejadle que escuche, que observe, que analice su mundo, que se sorprenda como un niño, que evoque su memoria. Dejad al personaje que se mire las manos y se reconozca. Dejad al personaje que sienta, que se sienta vivo... y vivirá..., y viviréis. Porque, escribir es estar siempre al borde de la vida.

Concepción y anatomía del personaje
Artículo: Víctor J. Sanz

5 comentarios:

  1. Tu artículo me ha provocado que recuerde la importancia que tiene darle vida de verdad a los personajes. Lo has pintado de tal forma que empiezo a dudar de los personajes que aparecen en la obra que estoy escribiendo.
    Gracias por volver a estos puntos tan importante en el abordaje de la escritura de una novela y rescatarlo. Muchas veces nos subimos al frenesí de la escritura y nos despistamos. Pero es algo que debemos tener muy, pero que muy presente.

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  2. Provocar pensamientos y reflexiones es uno de los objetivos de esta esfera del escritor vista desde dentro.

    Al lector para comprender y amar la lectura, al escritor para comprenderse y amar la escritura.

    Si te he animado a reflexionar me siento contento y halagado a un tiempo.

    Un abrazo.

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  3. A mi modo de ver el riesgo que corre el autor con los personajes es doble: por una parte evitar que parezcan marionetas en sus manos, y por otra, lo contrario, que el personaje se rebele tanto que se escape de las manos del escritor.
    En todo caso, prefiero a estos últimos, porque en sí mismos encierran toda la carga de misterio, intriga y sorpresa que pueda tener la vida.

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  4. Me apunto a tu conclusión Amando, los rebeldes son los que más contenido pueden dejar en la historia y, por tanto, en la memoria del lector.

    Gracias por participar.

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  5. Personajes de carne, hueso y alma. Eso es lo que hace que un personaje deje de ser un garabato para saltar a la vida.

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