Dedicatoria de un poeta |
A mi me gusta leer poesía y debo añadir sin pudor que no se me da mal su recitado. Pero es que con poemarios como "Quizá un martes de otoño" es imposible no dejarse llevar por la cadencia, el ritmo y los silencios que Amando ha ido labrando en cada verso.
En su dedicatoria me hace cómplice de su desasosiego y es que él sabe de mi orfandad y lo que supone ir aceptando que la vida de nuestros amados padres no es eterna. Aunque él quiera eternizarla en esos huecos que el día le permiten ser mejor hijo.
He leído el poemario en orden y de un tirón. Lo he vuelto a leer abriendo al azar y dejando
que los ojos fuesen a los versos sin orden ni concierto. Pero el culmen de la comunión con el poeta, llegó el día que decidí seguir -reloj en mano- su cronología exacta y precisa. Déjame decirte, Amando, que a través de tu desasosiego he llegado a sentir el amor de mis propios padres; de mi querida madre. Me llevaste a la conclusión de que ojalá Dios (o las fuerzas que nos gobiernen) no nos permita vivir todo cuanto somos capaces de soportar. Llegados a ese punto, cerré el libro y lo puse en la estantería de la cabecera. Su misión la ha cumplido con creces. Y con humildad te digo que la tuya, como hijo-poeta, también.
Gracias por la catarsis.
Isolda me lo regaló y Amando me lo dedicó el mismo día de su presentación. Gracias infinitas por la generosidad de ambos.
Me ha conmovido tu reseña, tu sinceridad, Mariluz. Igual que Quizá un martes de otoño.
ResponderEliminarGracias!
Cuando las cosas se hacen desde el corazón...
ResponderEliminarMenuda sorpresa, Mariluz. Muchísimas gracias por estas palabras, que me conmueven y que dan sentido a la tarea. Y mucho más aún que hayas compartido en público tus sentimientos.
ResponderEliminarEnhorabuena, Mariluz. Suscribo también cada palabra de tu reseña.
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