03 junio, 2013
Los días malos
Cierra los ojos y con la cabeza hundida en la almohada enfoca a la vidriera de cristal cóncava de múltiples colores. Saliva un hilo desmadejado que cae gota a gota; aún permanece el bullicio de las voces golpeando en ambas sienes y por eso encoge las piernas deseando ser un ovillo. El roce de las rodillas hace daño y también el corazón cuando se entierra bajo las sábanas de hilo; algún recuerdo llega y provoca esa sensación de quemazón, de angustia, que se diluye cuando aflora una leve sonrisa de unos labios entreabiertos, agrietados. Un destello desde fuera hace que mire el ventanal en un ángulo exacto y como un caleidoscopio giran entrelazadas las horas malas. Un rato al día para que las muñecas de las manos queden libres, y los dedos dibujen desde esa perspectiva elegantes cisnes en la pared.
Texto: María Estévez
Narración: La Voz Silenciosa
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Exacta mirada sobre un tremendo momento.
ResponderEliminarGracias, Amando
ResponderEliminarAbrazos.
María Estévez
Excelente imagen de la desazón.
ResponderEliminarMaria, gracias por recordarnos que los días malos también existen y enhorabuena por explicarlo de una forma tan sublime.
ResponderEliminarAna, Belén: Muchas gracias por comentar...
ResponderEliminarMaría Estévez.
María me quito el sombrero, que buen micro, magnífico.
ResponderEliminarEs un honor para mi, tu comentario, Inma
ResponderEliminarSaludos.
María Estévez