El escritor como domador de ideas |
El
escritor se encuentra en la jaula de su cabeza, entre pensamientos
que ejercen de barrotes en ocasiones muy rígidos, en ocasiones
apenas corpóreos, y casi siempre demasiados a la vez. De repente
algo o alguien
mete en la jaula una idea nueva. Llega haciendo tal estruendo que
se convierte inmediatamente en la protagonista absoluta de la jaula.
Entonces
surge del escritor esa faceta en la que se convierte en domador de
ideas.
La vida del
artista no peligra, ni mucho menos. A lo sumo, peligran algunos
minutos, tantos como dedique el escritor al desarrollo y pulido de la
idea. El rostro de la idea es cambiante, ahora fiero, ahora
inofensivo, pero siempre con el atractivo encanto de lo desconocido.
A veces tiene cara de protagonista indiscutible, a veces de título
de la próxima historia a
narrar, a veces..., tiene la propia cara
del escritor que la piensa. Vuelta a empezar.
Cuando
el escritor consigue encauzar la idea en una sola de las posibles
vías por las que transcurrirá su desarrollo, la idea no siempre se
amolda a convencionalismos, de hecho casi nunca lo hace. Cuando esa
idea se identifica claramente, o al menos eso cree el escritor, por
ejemplo con un estilo o con un formato narrativo, pogamos: el relato;
la idea, por su cuenta y sin permiso alguno comienza a reclamar a
gritos cambiar de formato, ya porque al exprimirla suelta
jugo como llenar dos o tres jarras de novela,
ya porque al desembrollarla contiene jugosos
diálogos más propios de un escenario,
ya porque, bien mirada, la idea que tan fiera entró sale por la
puerta de atrás apenas como un tuit que ni siquiera alcanza los 140
caracteres.
El escritor como domador de ideas.
Artículo: Victor J. Sanz
ResponderEliminarA veces creo que, en lugar de domar las ideas, son las ideas quienes terminan domándome a mí, jaja, pero trato de no quejarme porque en ocasiones ése es el precio que pago para domar a la atractiva, encabritada y poderosa próxima idea que entra a la jaula.
Me encanta esta visión circense de la escritura, pero a mí me funciona mejor planteármela como un juego. Cuanto más juego, más me suelto, y cuando más me suelto, más jugo le exprimo a la idea.
Muy bueno el artículo, amerita que lo imprima y lo guarde. Cariños, Mariángeles
Mi blog:
mariangelesabelli.blogspot.com.ar
En Twitter soy @queenmab1974
Muy interesante tu perspectiva.
ResponderEliminarLa metáfora del domador, en efecto cabe y se da en ciertos relatos.
Y muy cierto que las palabras ya encarnadas en la mente con vida propia pueden crecer y prodigarse como lo hacían los autores rusos.
Bien decía Hemingway que abriendo un libro al azar podía darse cuenta que el autor era ruso pues se tomaba tres páginas para describir que alguien se tiró un pedo.
Por igual se puede domar a un micro relato; sin embargo los mejores son los que llegan sólos y con vida propia; e incluyendo al autor nadie sabe como aparecieron.
Hola Mariángeles, muchas gracias por tu participación.
ResponderEliminarEs muy interesante la idea del juego, el juego es libertad y en libertad es donde nacen las mejores ideas.
Saludos cordiales
Eso es Carlos, incluyendo al autor, nadie sabe cómo aparecieron, así es..., muy bueno.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu participación y por el comentario de Hemingway, tan descriptivo y sintético...
Salud!
Me siento plenamente identificada con el último párrafo, cuando la idea saca sus "jugos", se me desparraman los diálogos, la escena se reconvierte en otra bien distinta a la inicial, y todo cobra vida como por arte de magia... y, obviamente, he de cambiar de formato porque no me cabe en lo previsto inicialmente.
ResponderEliminarEsta metáfora del domador me ha gustado sobremanera. Un abrazo desde mi circo de palabras.
Y es que la vida del escritor sucede en la jaula de las ideas... Sí, señor, así es.
ResponderEliminarLas ideas cobran vida propia, una vez que nacen. El escritor puede imaginar un cierto cauce para ellas, pero es cierto, las ideas deciden hasta dónde se puede llegar con ellas.
ResponderEliminarExcelente artículo, me encantó.
Saludos desde México, D.F.
Sólo el que sabe escribir es capaz de describir la verdadera esencia de un escritor. Tus artículos son muy buenos describiendo todo lo que es un escritor arquitecto, domador... Estoy deseando saber con qu nos sorprendes la semana que viene.
ResponderEliminarEso es lo que tienen las ideas, que a veces son tigres de Bengala y a veces lindos gatitos. No siempre es fácil domar a unos y envalentonar a otros, pero es lo apasionante de ser escritor, ¿no?
ResponderEliminarComo siempre, has puesto el dedo en la llaga.
Laura, compartimos circo, un placer.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu participación.
Esa jaula, Amando, es el hábitat natural del escritor, efectivamente, pero además es un hábitat del que uno no puede, y además no quiere salir.
ResponderEliminarSaludos.
Hola Elvira, muchas gracias por tu participación.
ResponderEliminarEl escritor es casi como una matrona de, a veces fieras, y otras veces bocetos que se esfuman apenas nacer.
Así es.
Gracias por tu visita.
Muchas gracias Inma, haré por merecer tus palabras.
ResponderEliminarA veces no es fácil describir lo que un escritor tiene que llegar a ser en su quehacer diario, casi se va descubriendo cada día, sin límites, sin miedo.
Saludos.
Hola Ana, muy agradecido por tu visita.
ResponderEliminarLeones y gatitos, hay de todo, pero creo que al final todos muerden, unos más y otros menos, dejando una pequeña huella que, con suerte seremos capaces de llevar al papel.
Saludos.
Lo peor es cuando la idea se escapa. A ver quién es el valiente que la devuelve a su jaula sana y salva.
ResponderEliminarSaludos
Hola Dácil, gracias por intervenir.
ResponderEliminarEs cierto que es una de las peores cosas, pero tengo la idea de que, si es buena (en todos los sentidos) volverá, basta con pensar en ella o intentar recrear las circunstancias en las que nació. A veces funciona.
Saludos.