No deja de darle vueltas al café. Sus ojos, perdidos en aquel torbellino oscuro y amargo, dibujan el efímero recorrido del vapor que aún se desprende del borde de la taza y que rápidamente se disipa en el aire. No piensa en nada, no quiere hacerlo; tan sólo anhela que el tiempo pase rápido, muy rápido. No hay nadie más en aquella cafetería. Él es el único cliente.
-¿Me esperabas? –escucha decir con voz tenue.
No le hace falta mirar pues conoce esa voz. Aun así levanta los ojos; quiere hacerlo, necesita hacerlo. Su mirada se ilumina al compás que una sonrisa crece en sus labios. Está bella, para él siempre lo ha estado. Quiere decirle mil cosas, palabras que nunca le dijo. ¿Por dónde empezar?
No hay nadie más en la cafetería, tan sólo él con la mirada perdida en el gran ventanal y una ilusión efímera engañando sus ojos mientras desea que el tiempo pase rápido, muy rápido.....y con él su propia vida.
Narración: La Voz Silenciosa
A mí me pasa lo mismo por temporadas... Hay épocas en las que quiero que el tiempo corra rápido y, entonces, me alojo entre las palabras para que ellas me ayuden a dejar esa etapa en el pasado.
ResponderEliminarUn abrazo,
Abel Jara Romero
http://escritorsentimientos.blogspot.com
La nostalgia por lo perdido, que jamás deja de estar presente si se ama lo bastante.
ResponderEliminarSe palpa la emoción, igual que ese vapor rodea la taza de café.
Me ha gustado mucho.
Si hay un café de por medio seguro que algo bueno sucederá.
ResponderEliminarTexto que consigue emocionar.
Con un café, se disfrutan los momentos con uno mismo, con sus recuerdos y añoranzas!
ResponderEliminarNo lo hubiera podido expresar mejor! Pura emoción y aroma que lo envuelve.
ResponderEliminarBesos, Icarina.
Nada más simple y más complejo que un café...en soledad. Precioso relato !!
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