Miguel Ángel Brito, miembro del Jurado del I Premio Internacional de Novela Corta La Esfera |
Después de ese día de la meditada
decisión, siguieron muchas semanas de leer, leer y leer, en la cama,
en el salón, en el avión, en el coche. Con cada nueva lectura tenía
que hacer un reset y empezar de cero: esto fue lo que más trabajo me
costó. Tenía que hacerlo porque cada lectura tenía que ser un
ejercicio de objetividad, de no dejarme influenciar, de no comparar
estilos ni temáticas, de librarme de prejuicios, de valorar con el
mayor de los respetos el tiempo que cada escritor había dedicado a
escribir su obra.
Créanme, me costó mucho tomar
decisiones. Las mayores complicaciones llegaron al final. En ese
punto las diferencias eran mínimas y en esas segundas lecturas
empezaron aflorar las dudas. El tiempo apremiaba, los plazos se
agotaban, el silbato estaba a punto de sonar. Había que decidir.
Voté. Voté sin convicción plena.
Pasaron días de incertidumbre. Cuando
leí el resultado del recuento de nuestras votaciones, confieso que
sentí algo parecido a la sensación de estar sentado en una terraza
viendo atardecer mientras apuraba una cerveza fría después de una
dura jornada de trabajo: tanto esfuerzo ha merecido la pena.
¿Satisfecho? Sí me sentí muy satisfecho.
En ese momento, cuando leí el
resultado, dije: he sido jurado. Y me gustó decirlo.
Artículo: +Miguel Angel Brito
- Leer otros testimonios del jurado aquí.
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