La poca transparencia y pillarte con "el carrito de los helados" puede ser la muerte de tu marca |
Cuando ganas la confianza de tus
lectores, de tus clientes o de tus amigos obtienes un crédito que te
permite ciertas licencias. Éstos bajan sus alertas y desconfianza y
confían en ti. Como ejemplo podemos poner “la estafa de las preferentes” en España, en la que se vieron implicados 700.000
clientes bancarios por la confianza que tenían en los directores o
asesores de su oficina bancaria. Amparados en la familiaridad y en la
fe que les dispensaban confiaron en sus recomendaciones de inversión
y firmaron documentos de compra que les hicieron perder todos sus
ahorros. Estaban convencidos y tenían fe en sus asesores.
Durante mi vida he tratado por encima
de todo de ser honesto. Ya... es lo que dicen todos, sobre todo los
políticos, y luego los pillas con la mano en la “lata del gofio”
Pero me ha tocado desempeñar trabajos y funciones en las que he
tenido que decidir en tal o cual dirección. En beneficio de un lado
o de otro. Y en igualdad de condiciones he tratado siempre que sea el
azar quién determine.
Concretando un poco en la temática de
este proyecto literario que es La Esfera, la mayoría de los que
llevamos un tiempo escribiendo, sabemos que es inútil presentarte a
ciertos premios literarios. Que algunos premios tienen tal magnitud y
tanta repercusión mediática, que no se le puede dar a cualquier
escritor, aunque sea espléndido, pues existe mucho dinero en juego.
Quedé marcado la primera vez que me
impusieron que amañase un concurso. Determiné que yo no había
nacido para eso. Fue hace muchos años, era bastante joven y actuaba
en nombre de la firma para la que trabajaba y que patrocinaba un
importante festival. Sorteábamos un viaje al Caribe, siempre ha sido
algo muy socorrido. De inmediato me dijeron que el número ganador
tenía que ser x, que necesitaban que el concejal de turno se llevase
el codiciado viaje para dos personas, valorado en aproximadamente
seis mil euros, que nos beneficiaría en el futuro. Que una mano
inocente sacaría la papeleta y yo anunciaría que el número ganador
había sido x. Subí al escenario, frente a mí habían
aproximadamente dos mil personas ilusionadas con el premio. Una chica
joven y guapa del público se ofreció y subió a sacar la papeleta
ganadora y me la entregó. Cuando la tenía en mis manos para empezar
a hacer el teatro y anunciar el número afortunado olvidé, o quise
olvidar, el número que me habían dicho que anunciara como ganador.
La vista se me nubló y en una maniobra a la altura de Messi le
entregué la papeleta al primero de los organizadores que tenía a mi
lado y le cedí el honor de ser él quien anunciara el número
ganador del viaje al Caribe. No podía ser yo. Estaban atentando a
mis principios, contra mi profesionalidad y me jugaba mi puesto de
trabajo.
A lo largo de bastantes años he podido
ver que existe tras otros concursos y convocatorias y no me gusta
nada de lo que he visto. No me extraña que la gente esté
desengañada y desconfíe de todo. Hay pocas cosas honestas. Me río
con las promociones tipo “rasca-rasca” o con una que empieza a
ser muy popular como la del roscón de Reyes millonario. Como si el
panadero no supiese en el rosco que mete el premio y a quién
vendérselo. O como si en la imprenta del rasca-rasca la manipulación
de las papeletas no las hicieran personas. En otra ocasión, también,
me toco organizar una montaña de tabletas de chocolates en un
importante hipermercardo en donde dentro de una de ellas había el
premio de un coche. Había que mantener la ilusión. El premio no podía a salir el primer día. Había que vender miles de tabletas de
chocolate y ya tenía asignado un casual cliente.
¿Dónde está el habitual truco?
¿Dónde está el habitual truco?
El truco del amaño de todas estos premios y
sorteos es muy sencillo, es muy similar al de los trileros, se
utilizan “compinches”. Si excavamos un poco en la identidad de
los premiados veremos con seguridad la conexión con los
organizadores.
Contaminado y harto de tanto engaño
cuando se gestó el proyecto de La Esfera Cultural quise que naciera al
margen de intereses económicos y cuestiones comerciales. Que nuestra
marca genere confianza y credibilidad entre nuestros lectores y
colaboradores, otorgando premios en nuestras convocatorias literarias
que sean solamente en forma de reconocimiento y meritorios y lejos de preferencias o de
intereses ocultos.
Gracias a cuantos tienen puesta su
confianza en La Esfera y seguiremos con el objetivo de no defraudarles.
Aunque ya sé que eso lo dicen todos. Pero me reafirmo en algo que ya
dije hace un tiempo: "El Premio Internacional de Novela Corta de La Esfera y el resto de sus convocatorias jamás tendrá remuneración económica" y tiene su motivo y es que allí donde se mueve dinero casi siempre pasan cosas "raras".
¿Y tú en qué o en quién tienes
confianza? ¿Quién te la ha jugado? ¿Se puede vivir siempre subido
en la desconfianza? ¿Qué es lo que hace que confíes o desconfíes
en una marca? ¿Qué hace que siempre confíes en la literatura de un
escritor?
Hasta el próximo Editorial del domingo.
Hasta el próximo Editorial del domingo.
Artículo: Francisco Concepción
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