Mi e-reader me espera en la toalla,
con la novela "La nieta del señor Linh"
lectura del Club de los 1.001 Lectores
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Ahora que leo en digital (e-reader) todo ha cambiado. Sé que ya no puedo dejar solas a mis novelas. Sé que cuando regrese a mi toalla estará vacía y que sobre la mesa de la cafetería solo permanecerá mi taza de café. Mis novelas, aunque quieran esperarme, cambiarán de manos. Pasarán a las manos de “lo ajeno”.
Mis novelas de papel eran ignoradas. A lo máximo que aspiraban era a que alguna mirada curiosa se posase sobre su portada o título. Eran respetadas. Un código no escrito prohibía que se las llevasen. Como uno de esos códigos orientales de respeto a los mayores.
Mi e-reader ahora es objeto de deseo. Lo he comprobado. Lo dejé sólo por un minuto y de inmediato acudieron a su encuentro pretendientes como moscas. Lo triste del asunto es que son amores falsos. Pretendientes que no están interesados en su corazón, en la literatura que porta, y que jamás leerán un libro. Si otros ojos se posasen sobre la literatura que porta hasta consentiría que mi e-reader me pusiera los cuernos.
Artículo: Francisco Concepción
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