Ángeles y demonios se debatían en La casa de los espíritus a la espera de La Metamorfosis que les permitieran convertirse en El Principito. En tanto, El alquimista lograba El perfume que El conde de Montecristo utilizaría en sus Mil y una noches.
Así, Un Mundo feliz ingresaba a El Túnel de la Divina Comedia dejando a La era del vacío como simples Ficciones de La conjura de los necios.
Nada nuevo había sucedido, desde La Biblia los libros viven; trascienden a las generaciones y se instalan definitivamente entre El amor, las mujeres y la vida. Final del Juego.
Texto: José Osvaldo Ferrari
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