Título: "Crónicas del Acojeja" Autor: VV.AA. ISBN: 978-1-326-72864-9 Páginas: 138 |
Proyecto eminentemente colectivo, en el
que un grupo de artesanos de la escritura, han cimentado y recreado
un mundo rural, fronterizo con otro mucho más fantástico, un mundo
original y único que sorprende por la abundancia de personajes y de
elementos que lo componen. Aún teniendo en cuenta que puede haber
tantos puntos de vista, como autores han participado en el proyecto,
el resultado final deja un poso a sabiduría popular, entre realista
y utópico, como si estas gentes casi abandonadas en un pueblo
apartado sean capaces de encontrar su propio camino, sin apelar a la
necesidad de engancharse a la ortodoxia o a los principios que rigen
las relaciones humanas. Aunque no se puede decir que se trata de un
libro escrito a dieciocho manos, (estamos hablando de relatos)
tampoco debemos olvidar que el resultado global de Crónicas del
Acojeja, denota cierta armonía en el criterio, dejando al lector la
sospecha de que ha estado inmerso en muchas historias que convergen
en una más vital: las vivencias reales o ficticias de los habitantes
de Acojeja. Por supuesto, cada relato tiene vida propia, pero también
es verdad que, como si de capítulos estructurados se tratara, todos
enlazados crean una atmósfera muy singular.
Para sacar adelante un proyecto de
estas características, se supone que los participantes han mantenido
numerosas reuniones para coordinar ideas, también se supone que
teniendo cada autor su propio estilo, en algunos casos muy evidente,
habrán asumido, en algunas ocasiones, un ejercicio de compromiso
colectivo con el objetivo de alcanzar un consenso que facilitase el
resultado global del libro. No obstante, entendiendo que la
diversidad suele ser enriquecedora, (hay un relato con innegables
tintes poéticos), estos contrastes estilísticos, incluso pueden ser
un aliciente para realzar la visión general.
Dieciséis relatos en los que concurren
una serie de protagonistas y de circunstancias que sirven de nexo
para engarzar las crónicas del bar Acojeja, situado, como dice la
introducción del libro, “al borde de la Carretera General del
Sur”, en una zona alejada de algunos de los peligros que comporta
la civilización, pero no exenta de otros muchos problemas e
intereses que inquietan a los seres humanos. Un bar que, como
encrucijada y termómetro social, lo mismo se instala en la tristeza
por una muerte absurda, que en la algarabía por una diva del cine.
Como ya se ha comentado, Acojeja, es un
lugar donde lo rural y lo fantástico se dan la mano, y como
ejemplos, el futuro lector puede descubrir por qué una puta no puede
enseñar su pecho izquierdo; qué secreto culinario trasmite una
madre, antes de morir, a su hijo; por qué un cura recién salido del
seminario es desterrado al pueblo apartado; qué animal es el único
testigo de encuentros furtivos; cómo un médico jubilado pierde la
tartamudez; qué sueños repetitivos puede tener una maestra que para
los vecinos del pueblo pasa casi inadvertida; qué descubre un niño,
casi adolescente, el día del entierro de su abuelo; por qué
compiten dos amigos que se emborrachan en el bar; por qué un cartero
es el mejor conversador siendo, a la vez, parco en palabras; por qué
el corazón de una mujer puede querer a dos hombres a la vez; por qué
un niño se refugia en
una gruta junto a la coruja; por qué el
enterrador decide el día y la hora del entierro; qué pecados
tendrán que confesar los hombres al médico que no pueden confesar
al cura; por qué las mujeres saben que no es bueno que un hombre
signifique todo en su vidas; o por qué una mujer puede hacer que la
iglesia se llene de fieles y el bar se vacíe de parroquianos. Estas
y otras preguntas están contestadas con ciertas dosis de
originalidad, haciendo que la lectura de Crónicas del Acojeja sea
muy placentera, un libro agradable que satisface la curiosidad del
lector a medida que pasa sus páginas.
Hay que reconocer que los personajes en
sí mismos (la prostituta, el hijo homosexual, el cura, el médico,
la maestra, el guardia civil, los borrachos, el tabernero, el
cartero, el enterrador o la viuda) pueden parecer tipos
estereotipados, y así es, si son recitados de carrerilla, pero es de
justicia reconocer que los autores se han esforzado en dotar a todos
y cada uno de ellos, de una nueva dimensión, enriqueciendo su
identidad y creando nuevas perspectivas, en ocasiones con tintes
divertidos, o emocionantes, o mágicos, siempre originales. Son
personajes que acarrean con una marcada carga humana en la mayoría
de las veces, con sus problemas e inquietudes, personajes con sus
fortalezas y, sobre todo, con sus debilidades.
Abarcando la acción de los hechos una
treintena de años, aproximadamente los últimos del siglo pasado
(final de la dictadura, transición, etcétera), en la opinión de
este lector, se echan en falta referencias a la situación política;
resulta extraño que en un grupo tan numeroso de personajes, algunos
con estudios, carezcan o sean ajenos a las ideologías.
Seis de los relatos son narrados en
primera persona por diferentes protagonistas: ¡Oh señor, ayúdame o
déjame caer otra vez!, Manos enhebradas de invierno, Viuda, Cuevas y
almendros, El día que Lizza Minelli cagó en Acojeja por fin
apareció en los mapas y Más allá), el resto en tercera persona (La
teta pirata, El mejor secreto, Secreto profesional, Negro deslutado,
¡Qué cabrón!, En el bar más triste del mundo, Sin palabras, Una
oración por su alma, Apasionada Adelina y Las arañuelas. Como se
puede apreciar, hasta los títulos de los relatos tienen un buen
grado de originalidad e ironía.
La sensación de haber leído una obra
con tintes rurales y mágicos, ha resultado evidente en varios
relatos; muchas de estas crónicas no solamente atañen a la vida del
pueblo, sino también, al mundo misterioso del bosque, del monte, de
las cuevas, de los animales, de las miradas al mar o de nieblas que
bajan y que por arte de magia, hacen que el hombre, un niño en este
caso, quede atrapado en la naturaleza, como prólogo de un suceso que
marcará su vida. Son estos pequeños-grandes acontecimientos, estos
elementos literarios y otros numerosos detalles que atesora este
libro de apenas 137 páginas, los que hacen disfrutar al lector con
cada relato; hechos y personajes que se entrecruzan para urdir una
historia que va más allá del propio relato individual. Al contrario
de lo que sucede con tantos libros en los que sobran cientos de
páginas que son simplemente paja, Crónicas del Acojeja cuenta con
suficientes elementos, personajes y planteamientos que pueden dar más
de sí, que tienen recorrido para más páginas y, por supuesto, para
más relatos. Algunos ejemplos: la Barbería del Guadaña, La
enfermera de altos tacones y de larga melena negra, el alcalde que
promueve levantar monumentos, el gestor de la venta de Olga, la
tendera de mirada dolorosa, la simple costurera convertida por
milagro en buena modista o el joven guardia civil palentino y su
superior, el sargento literato.
Como es lógico, hay relatos que por sí
solos merecen otro tipo de comentarios más extensos, pero esta
reseña únicamente pretende opinar, quizás discutir, sobre el
conjunto de relatos que forman Crónicas del Acojeja, un lugar, que
no desaparecerá de la memoria del lector.
Crítica: José A. Perales.
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