Yo sí.
Andan deambulando por las calles, algunos muy aprisa, otros arrastran los pies.
Debes estar muy atenta.
Parecen personas normales.
Con empleos normales.
Aparentemente haciendo lo que las personas normales.
Pero si entrecierras los ojos y afinas la vista podrás ver que el brillo de sus ojos se ha vuelto opaco.
Desapareció.
Se fue.
En sus palabras notarás pequeñas motas de melancolía.
De desesperanza.
De desolación.
En el pulsar de su corazón sentirás eso, casi imperceptible, que tienen los vivos.
Les falta algo.
Les falta vida.
No te espantes si te digo que ya no viven.
Han muerto pero no lo saben.
Así, sin más, no existen más en este plano.
El de los vivos.
Algunos dejaron su feliz existencia de forma dramática, de tajo, sin compasión.
Otros de forma lenta y
gradual.
Recuerdas la rana que muere lenta en una cacerola?
Si, te lo platiqué alguna vez, debes recordar.
Pues así acabaron ellos.
Pero al final fue, pasó, murieron.
No importa la forma, igual ya no existen.
No te alargo el cuento, Preciosa.
Viven sin vivir.
Difuminados entre las demás personas.
Sin poder dejar de existir del todo, van y vienen en sus múltiples ocupaciones.
Nada los llena, están incompletos.
Les falta alma.
El desamor fue el arma que terminó con sus vidas.
Una mujer o un hombre, los liquidó.
Los mató sin matarlos.
Los has visto?
Yo sí.
Acércate, te diré un secreto...
Yo soy uno de ellos desde que no estas.
Puede que me mires sonriente alguna vez, pero me faltas tu.
En fin.
Te Amo y te extraño en demasía, Amor de mis vidas.
Por si me lees.
Texto: Angel E. Vera L.
Si que siguen aquí. Siempre.
ResponderEliminarBuen relato y me ha gustado mucho!
Tristemente así es. Buen escrito. Me gustó. Un placer leerte. Abrazos
ResponderEliminarGrandes emociones ocurren a cada instante. Y decidimos, una vez se despiden, cómo queremos que nos acompañen. Algo sabemos: no dependen del otro lado, están en este, pegaditos al corazón, al ladito de cada neurona, en cada pasito, ya sin tu mano.
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