En aquel curso salía de mi casa a buscar a Suso, y así hacer junto el camino hasta la escuela. Muchas mañanas, mientras le esperaba, observaba que en su lavadero había una sábana mojada. Siempre que me interesaba por el asunto, me respondía que se trataba de su hermana Sandra que tenía problemas para contener sus ganas de hacer pis y se la hacía en la cama. Suso nunca quiso tener relación estrecha conmigo, ni con el resto de nuestros compañeros. Siempre estaba solo en el recreo, con aquellos ojos rojos y vidriosos, malhumorado y en cuanto te acercabas para ver si podías iniciar algún juego con él, siempre buscaba una excusa para irse a otro sitio.
Una tarde Suso se quedó dormido en clase, sin que el profesor de Ciencias Naturales se percatase. Muchos compañeros nos dimos cuenta y sin embargo, no dijimos nada. Esa tarde Suso no quiso que le acompañara hasta su puerta y no se levantó de su silla hasta que todos salimos de clase. Mientras esperaba en su puerta al día siguiente, vi sus pantalones tendidos en el lavadero. Suso salió malhumorado, con sus ojos rojos y vidriosos.
Texto: Juan Zamora Bermudo
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