Mientras tanto la tarde daba paso a la noche, como si hubiera sido hechizada, los ojos se hacían cada vez más pesados.
Los párpados se hicieron persianas, que poco, a poco, terminaron por la
opacidad total de ellos. Pero deseaba que sucediera, era el único modo
de volver.
Texto: María Gladys Estévez
Un relato sugerente y abierto a la imaginación de cualquiera.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Javier. Muy amable.
EliminarAbrazos.
Era el único modo de volver... A los sueños.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Buen microrrelato
Agradecida.
EliminarSaludos cordiales