La construcción del castillo iba viento en popa. Los sólidos pilares de la base soportaban perfectamente las dos plantas superiores. Sobre ellas irían las torres con sus correspondientes almenas. El artífice de aquella esbelta estructura hacía pequeños descansos para relajar la tensión acumulada. Debía equilibrar bien los muros, calibrar exactamente las cargas que soportarían los suelos, pero todo se vino abajo cuando quiso colocar la sota de corazones sobre el rey de diamantes y el caballo de picas empujó al as de trébol
Texto: Javier Velasco Eguizábal
Entiendo la decepción.
ResponderEliminarMe gustó como siempre recorrer tus letras
Un abrazo.
Cualquier construcción tiene la posibilidad del éxito o el fracaso. Todo depende del interés, la dedicación y la pasión que se ponga en ella.
EliminarGracias María Gladys
Un abrazo
Ya es mala suerte contratar un jefe de obra especializado en castillos de naipes. Buen efecto.
ResponderEliminar¡Claro! A quién se le ocurre poner la sota de corazones sobre el rey de diamantes.
EliminarExcelente. Buen microrrelato. Un placer leerte. Abrazos
ResponderEliminarMuchas gracias, Nuria, por tu comentario.
EliminarUn abrazo.
Excelente. Un microrrelato genial. Un placer leerte. Abrazos
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