20 junio, 2014

De lo simple y hermoso

Las horquillas del pelo encima de la mesita parecieran un ejercito de valerosos hombres después de una larga y cruenta batalla en aquellos bosques helados, con la escarcha en sus espaldas y con sus labios amoratados por el frío, si, eso debían parecer la horquillas, soldados completamente derrotados y con sus cuerpos sin apenas fuerzas abandonando la lucha, apartándose de los azotes de los látigos para luego quedar ahí, moribundos unos, otros, nada más llegar a ese retiro, agradecer al cielo por haberles dejado con vida..., La señora había dejado todo eso,(las horquillas, el bolsito de tela, los guantes...) y lo habría cogido de nuevo de modo que, por ejemplo, el pelo se podría alzar entrecruzando todas y cada una de las horquillas cada vez que fuese necesario...,

Ahora el cabello se deslizaba libre, ahora sus dedos señalarían las fotografías y podría y escoger una u otra..., los guantes de tela colgaban en una de las puntas del cabecero labrado igual que un ramito pequeño de rosas blancas, perfumadas..., De modo que, tratar de imaginarse eso, no era imposible, bastaría con observar aquellos mitones tan blancos como los noreuropeos, si, realmente bastaría eso.
Se habría hundido la cabeza de la señora en el gran almohadón; habrían luces fuera, quizás de los farolillos, si, ellos, brillaban, y su luz entraba en la habitación y ahora los mitones parecieran miríadas de golondrinas blancas, aleteando,con sus luces en copos hasta las puntas de ellos...,
Soñar, soñar..., eso debió hacer. La luz cálida envolviendo su cuerpo sería una colcha delicada, suave..., y las fotografías, si, las fotografías, ahí, en sus sueños..., algunas tan cerca, algunas, tan lejos...,


Texto: +Maria Estevez 

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