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07 septiembre, 2020

Entrevista a Fernando Vidal Melo, premio V Certamen Internacional de Relato Corto La Esfera

Fernando Vidal Melo
El escritor Fernando Vidal Melo  


¿Quién es Fernando Vidal? Nos referimos a la persona.

Un joven que nació en Madrid en 1992 y que, ahora, por motivos laborales lleva residiendo en Chile tres años. Alguien que le gusta escribir y que ve una utopía dedicarse a ello. Y si me tengo que etiquetar diría que soy un hombre heterosexual, ateo, animalista y prefiero emplear la palabra igualitario que feminista. Alguien que disfruta más de las cosas del espíritu que con las materiales. Y que en estos días está leyendo “Amor intempestivo” de Rafael Reig.


¿Lees novelas de amor?
¿La pregunta viene por “Amor intempestivo”? No es mi género favorito. Por lo que llevo leído de la novela de Rafael Reig poco tiene de amor. El narrador hace una irónica recapitulación generacional y recuerda los años estudiantiles en que todos ellos se creían «genios e inmortales». Lo que nos creemos todos los escritores de jóvenes. 
 
¿Qué le llevó a la literatura y a escribir?
Tuve una relación tardía con los libros, mis padres no eran lectores y yo tenía otras preferencias. Fue a los 17 años, gracias a una amiga, Tania, que

08 julio, 2020

V Certamen de RELATOS CORTOS La Esfera Cultural


 


Género: Relato Corto
Premio:
1º. 300€. Publicación del relato en la antología que se editará.
2º. Mención. Publicación del relato en la antología que se editará y obsequio de 3 libros.
3º. Mención. Publicación del relato en la antología que se editará y obsequio de 3 libros.

Abierto a: escritores de cualquier nacionalidad mayores de 18 años
Entidad convocante: Asociación La Esfera Cultural (G76756170)
País de la entidad convocante: España
Fecha de cierre: 15 agosto 2020





BASES

BASES V CONCURSO DE RELATOS CORTOS LA ESPERA CULTURAL:



  • PRIMERA. Podrá participar cualquier escritor mayor de edad.
  • SEGUNDA. Los relatos serán tendrán temática, género y el estilo LIBRE. Los textos deberán ser originales e inéditos. No pudiendo haber sido publicados en ningún formato (blog, RRSS, papel, etc) y escritos en castellano.
  • TERCERA. Los relatos tendrán una extensión máxima de TRESCIENTAS (300) palabras, no existiendo ningún requisito sobre la extensión mínima y se tendrán que presentar en soporte informático (escritos en Word u Open Office), con letra Arial 12. El cumplimiento de este requisito será imprescindible para la aceptación del relato.
  • CUARTA. El plazo de presentación de las obras finalizará a las 23:55 del día 15 de AGOSTO de 2020. El fallo del JURADO se publicará el 2 de septiembre.
  • QUINTA. Cada uno de los relatos llevará adjunta, sin excepción posible, una hoja donde debe figurar el TÍTULO DEL RELATO, el nombre y apellidos del/la autor/a, fecha de nacimiento, DNI ó NIF (número de indentidad en cada país), domicilio completo, número de teléfono de contacto y dirección de mail.
  • SEXTA. Los participantes deberán enviar sus obras por correo electrónico a la siguiente dirección: convocatorialaesfera@gmail.com. Los concursantes podrán enviar un máximo de dos relatos a esta convocatoria del concurso, pero en ningún caso podrán ser premiados más de una vez.
  • SÉPTIMA. Se concederán los siguientes premios:
1ºPremio: 300€ y compromiso hasta diciembre de 2021 de publicación de una obra escrita o por escribir del escritor.
2ºPremio: Mención. Publicación del relato en la antología que se editará y obsequio de 3 libros.
3ºPremio:
Mención. Publicación del relato en la antología que se editará y obsequio de 2 libros.
  • OCTAVA. Los tres relatos premiados serán seleccionados por un jurado designado en su día por La Esfera Cultural y que estará compuesto por 3 miembros de su comité literario. El jurado valorará la calidad de los escritos sin conocer la autoría de estos. Una vez el jurado dé a conocer los títulos de los textos ganadores, se procederá a comprobar la autoría de los mismos, y se anunciará en las redes sociales y blog de la Asociación La Esfera Cultural el título de los relatos premiados y el nombre y apellidos de los autores.
  • NOVENA. Los autores participantes aceptan que su relato pueda ser publicado mientras esté abierta la convocatoria (sin desvelar su autoría) en el blog de La Esfera.
  • DÉCIMA. Los 100 mejores relatos formarán parte de una antología editada en papel. No por ello los autores perderán los derechos sobre sus relatos. Los cuales conservarán.
  • UNDÉCIMA. La persona ganadora podrá formar parte del jurado en la próxima edición.
  • DUODÉCIMA. La participación en este concurso supone la plena aceptación de estas bases.
La organización se reserva el derecho a realizar las modificaciones que las circunstancias obliguen, así como la posibilidad de declarar desierto algún premio si los trabajos presentados no reúnen la calidad suficiente. Teniendo todas las facultades para arbitrar cualquier circunstancia dimanante de esta convocatoria.

06 enero, 2014

Seré el único

“You must learn to conceal your special gift
and harness it until the time of the gathering.”
Juan Sánchez Villa-Lobos Ramírez

Aunque era un agente bien entrenado, perdió estabilidad en la carrera cuando un balazo le cortó el flanco derecho del cuello; atinó a cubrirse la herida y contraer los hombros antes de que su cuerpo atraviese ya sin cálculo la ventana de cristal, trazando en la caída una estela que tajó la noche como un relámpago de vidrios, hasta que su cara dio de lleno contra el pavimento. Estaba afuera. Había oído la fractura de su esternón. En la víspera, representándose este escape -subsiguiente al experimento- lo imaginó más digno pero menos elegante.

Despegó su cara de la calle, vio sangre y carne adherida al cemento; prefigurando el asco se llevo la mano a la cara y al cuello. Nada. Sangre en la ropa blanca de conejito de indias a la altura del pecho, ninguna herida. “¿Finalmente estos yanquis inventaron algo que funciona?” Más detonaciones; aún arrodillado e impresionado alzó la vista: tres guardias le disparaban desde la ventana rota. Miró a la esquina, el auto ocre aguardaba

06 noviembre, 2013

La Chistera


chistera, negra, negro, sombrero
La noche se mostraba clara, iluminada por las hogueras de San Juan y un radiante plenilunio. Estábamos en círculo danzando y riendo entrelazados al compás de un mismo acorde. Nunca había presenciado ese espectáculo embrujador donde el fuego hechiza los sentidos, conduciéndote al corazón mismo de las llamas en un viaje de doble dirección: de ida, hacia las cenizas; y de vuelta, hacia los sueños… Por unos segundos desvié la mirada, y eso fue precisamente lo que me pareció aquella visión: un sueño, o más bien una alucinación. Un hombre extraño, ataviado con chaqué, se acercaba. De su mano derecha pendía un maletín a juego con la indumentaria. Una chistera negra cubría su cabeza. Se asemejaba a un caballero inglés del siglo XIX.

Caminaba por la arena aproximándose a la orilla. Al llegar, antes de que las primeras gotas saladas rozaran sus extremidades inferiores, se detuvo. Contempló el vasto mar ensombrecido y, tras posar el maletín, se encorvó desatándose los cordones de los zapatos

31 marzo, 2013

Una oficina normal


Había pasado ya por varios despachos. Amplios, con grandes mesas de escritorio. Con vistas o interiores. Luminosos, modernos o solemnes. Todos con las paredes cansadas de escuchar amenazas veladas, palabras mal sonantes o soberanas estupideces.

Un jefe siempre será un jefe. Es el que manda. Y salvo excepciones, a nadie le gusta que le digan lo que tiene que hacer. Si alguna vez mandamos, tengamos presente que nos van a criticar, que encontraremos malas caras y que no gozaremos de la simpatía de todo el mundo. Si nos toca estar en el lado contrario, tendremos que, alguna vez, renegar de lo que dice o no dice y muchas veces, acordarnos de su familia. Es lo suyo. Ese ruido sordo, como de mosca por los pasillos, es la justa compensación por ser lacayo.

A veces parecía tonto. Luego nos percatábamos que tanta maldad no podía salir de un alma inocente. Y entonces intentábamos apartarnos de su punto de mira, por precaución, que las armas las carga el diablo. Y si están en su poder, imagínense.

Trabajar en aquel departamento era muy entretenido. Agotador también. Y malísimo para el equilibrio mental. Había días en que los malos pasaban a ser los buenos. Otros, en los que creías tus amigos te invitaban a un café cargado. Vaya a saber usted de qué.

Autor: Belén Valiente.
Narración: La Voz Silenciosa

31 enero, 2013

El ascensor

Pulsé mi piso, el quinto. En el cuarto, el ascensor desembocó en el jardín. Allí se dio unas cuantas vueltas, y dando marcha atrás llegamos a una de las puertas del hotel.

Andando por el inmenso jardín, vimos cadáveres de mujeres por todas partes.

Unos hombres de aspecto desarrapado, con grandes cuchillos en las manos nos perseguían. Amenazantes. Se reían de una manera siniestra. Comprendimos que la masacre se debía a ellos. Corrimos sin parar, pero nos daban alcance.

El que corría a mi derecha cayó con la cabeza separada del tronco.

Me apresaron. Así firmemente una mano. Tiré con fuerza. Estaba llegando al hotel.

Aunque noté que ya no “tiraba” de él, seguía sujetando su mano. Miré, y aterrorizada comprobé que era una mano de silicona. Él se había escapado.

El tacto de aquella mano era casi humano, subía por mi pecho hasta mi garganta apretando con fuerza…

Había que luchar, no podía dejarme vencer…

¡Qué negra oscuridad!

Texto: María Fuencisla López López

20 diciembre, 2012

Señales

Lucía se despertó sobresaltada. Fermín, ¿qué es ese ruido? Son los gatos aullando, están en celo, le contesté. Tomó mis manos entre las suyas y las posó en su vientre, como para evitar que se escapara la vida que albergaba dentro. Dan miedo, parecen los llantos de cien niños, no me gustan esos quejidos, me dijo. Duerme tranquila Lucía. Solo son gatos.

                                                           ***

Lucía rompió aguas un siete de febrero por la tarde y pronto se hicieron apremiantes los dolores. Nos cogió por sorpresa porque faltaban algunas semanas para que saliera de cuentas, así que casi no me dio tiempo de prepararlo todo: mantas, paños limpios y el agua caliente, siguiendo las instrucciones que me había dado la partera por la tarde.

No puedo evitar leer lo que hay escrito en los estigmas del rostro de las personas, sobre todo cuando estoy intranquilo. Busco en los surcos de la cara el rumbo de los hechos, pero

23 junio, 2012

Nela


Nela es santa, decía mi madre, no se cansaba de repetirlo. Yo nunca entendí el porqué de sus palabras. Cuando creía que nadie miraba, salía el demonio que tenía dentro.

Al pobre Pulgas le ataba las patas y le obligaba a arrastrar el trasero por los cantos de la entrada mientras soltaba aullidos lastimeros. Escaldaba a los gatos de la señora Juana y al párroco don Higinio, cuando venía de visita a merendar el chocolate con churros que mi madre preparaba con mucho cuidado todos los miércoles y que servía entre suspiros y miradas, le prendía los bajos de la raída sotana con un palito que sacaba de las brasas. Una vez tuvo la osadía de llenar la pila de agua bendita con florecillas que recogió en el camino hasta la iglesia. Nela tenía un don para hacerle jugarretas al cura. A él como a mi madre, las cosas de Nela no le molestaban.

Nunca la reñían y cuando yo intentaba acusarla, mi madre se hacía la tonta, cantaba, o cambiaba de tema. Tomaba a Nela en sus brazos, le besaba y le atusaba las negras

05 mayo, 2012

La Chica que no sabía contar historias


Hay gente que siempre habla de sí misma y otra gente que siempre escucha a los demás.
Es de suponer que los que siempre escuchan a los demás, deben de tener muchas cosas que contar, pero no siempre es así.
Esta historia es sobre una chica que de tanto escuchar se le había olvidado hablar y de tanto oír historias se le habían olvidado todas. Ella soñaba con ser escritora, pero cada vez que intentaba escribir un cuento o alguna mezcla de todas esas historias que había escuchado, tan sólo era capaz de escribir aquello que veía y sentía en ese momento…
Su frustración crecía y crecía cada vez más hasta el punto de que dejó de relacionarse con los demás, de escuchar aquello que le tenían que contar. ¿Por qué se había olvidado de todo? ¿Por qué no podía escribir todo aquello que había oído? ¿Qué le pasaba en su cabeza? Ya no sabía qué hacer, sólo pensaba

09 abril, 2012

Mas allá del dolor


Podía percibir el olor a muerte. Me escondía detrás del cortinaje rojo que vestía el portalón de la entrada.
Primero los despojaban de sus ropas, luego con una manopla impregnada en aceites, limpiaban todo el cuerpo; les vestían con una túnica blanca inmaculada, bordada de encajes de bolillos; a veces, éstos, eran de color, según gustos y voluntades.
Había cirios en cualquier esquina. El día que brillaban, había muerte.
Hasta que no cumplí los dieciocho años, no dejaron que entrase en aquella estancia silenciosa y fría.
Una mañana cálida de otoño, llegaba una preciosa mujer que había fallecido unas horas antes, a causa de un accidente fortuito. Por entonces, me había iniciado en ese maravilloso arte, y era bastante aplicada en eso de poner guapos a los muertos; me llamó la atención la belleza dormida de aquella señora. Comencé mi trabajo, y, con un especial cuidado, pasé la manopla suavemente por todo su cuerpo; peiné sus negros cabellos ondulados, dejando a posta unos rizos a un lado del rostro; una preciosa túnica envolvió aquel bello ser. Siempre llevan encaje de bolillo que yo misma elaboro. Emma, mi tía, me enseñó desde muy pequeña a confeccionarlos; mientras los demás niños jugaban en el patio, yo, dedicaba mis tardes a esta labor.
Los muertos no están muertos, para mi están vivos y, siguen siendo personas; cuando

21 febrero, 2012

El traje nuevo del emperador


El pequeño se despertó y recordó el cuento que le habían contado antes de ir a dormirse. “Fue un niño quien tuvo el valor de decir que el emperador iba desnudo”, le había dicho su padre. Después, recordó que aquella mañana iba a ir a su primer desfile y saltó de la cama, nervioso.
No mucho más tarde salía de casa, cogido de la mano de sus padres, rubios y con los ojos azules como él.
-¿Dónde está el Führer, papá?
-En el estrado, en el centro.
Y el niño vio un hombre pequeño, moreno, con un bigote ridículo, que no era como ellos y que parecía… un judío.
Quiso durante un momento hacerles ver a todos cual era la realidad, quiso ser como el niño del cuento; pero descubrió que no era tan valiente. Tras dudar apenas un momento, unió su voz a la de la multitud que le rodeaba y empezó a sentir una mezcla extraña de vergüenza y miedo de la que ya nunca lograría librarse.

Autor: Luisa Hurtado González
Narración: La Voz Silenciosa

18 febrero, 2012

El monstruo escondido en el follaje del jardín


¡Silencio! El monstruo está escondido en el follaje del jardín y mira hacia las estrellas. Él, que siempre ha vivido en la ciudad bajo la luz artificial de sus entrañas, no sabía que existiera el viento ni que agitara con revuelo las hojas de los árboles ni que despejara por entero el pelo de su rostro. Está absorto observándolo todo y oliendo la humedad de la noche.
¡Callen! Nos va a oír. Se levanta. ¡Está mirando hacia aquí! Capaz es de franquearnos el paso y engullirnos. ¡Viene!¡Huyamos! Trepemos el muro de piedra que da a la calle que allí no se atreverá a seguirnos ni a cruzar entre los coches.

*****

Comienza el amanecer, sus primeros rayos difuminan los tejados de las casas. En el jardín

21 enero, 2012

Calle abajo



Una noche de diciembre Elena terminó de recoger la vajilla, se puso el abrigo y en zapatillas bajó despacio las escaleras para tirar la basura al contenedor. Al pisar la acera echó a andar calle abajo con su bolsa de basura en la mano y anduvo y anduvo.
Su familia llenó la ciudad con la foto de su rostro ajado, que los meses, el sol y la lluvia terminaron por desvanecer. Pero Elena no volvió.
Texto e ilustración: Pilar Aguarón Ezpeleta

18 enero, 2012

Como un monstruo insecto

"Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto". ¿Quién puede empezar un libro con una frase así? Maldita sea, ¿cómo lo sigue, qué va a contar después de semejante oración? O era un genio o un necio el tal Kafka. Descubrirlo iba a tener que esperar pues el busca había sonado. Se puso los zuecos y salió al pasillo en dirección al quirófano. Allí le esperaba Andrés, colega de Miguel que también estaba de guardia esa noche.
—Hemos de intervenir a la de la 202, no hay manera de que retenga el feto.
La paciente era una embarazada primeriza que había llegado al hospital hacía unas horas con muchos dolores y sangrando. El feto era de tan solo veinticinco semanas, no había muchas posibilidades de que sobreviviera o de que,

La metamorfosis de un capullo

Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Se veía en el espejo del armario, tripa arriba, con las patas moviéndose, unos ojos saltones, un pequeño rabo y un derrame de líquido gelatinoso que le salía por la boca. Podría ser una cucaracha gigante. A su lado, respiraba pesadamente Gloria, su mujer. El reloj de la cómoda, allí enfrente, marcaba en fosforescente las ocho y ocho de la mañana. Era un domingo de verano, caluroso, a fines de junio.

Intentó hablar y le salió un ruido sordo, parecía un crujido, entre el croar de una rana y el barritar de un elefante. El fluido pastoso se expandió por la cama sin poder evitar que

Eros equivocado


Incluido en el libro TresdeTres, relatos I
Érase una vez un hombre llamado Albinus, que vivía en Berlín, Alemania. Era rico, respetable, feliz. Un día abandonó a su mujer por una amante joven; amó, no fue amado; y su vida acabó en un desastre (1).

Érase una vez una mujer, esposa de Albinus, que vivía en Berlín, Alemania. Era elegante, dulce madre, hermosa, de mirada profunda. Entregada a la felicidad de su familia, sometió su verdad a la mentira de su entorno. Un día su marido la abandonó por una amante joven; odió, perdonó; quiso ganar el futuro; batalló con la sociedad y sus prejuicios; encontró la ilusión; y a su muerte fue admirada.

Érase una vez otra mujer, llamada Tara, que vivía en Berlín, Alemania; era fría, dulcemente fría, angustiosamente bella, de palabras sedosas y caricias sumergidas… Buscaba lo imposible, cuando encontró la suerte oscura de su lado y corrió a jugarse la vida en un solo envite. Un día huyó con un hombre casado, padre de cuatro hijos, querido por su familia y en su barrio; amó, gozó de la pasión y el encanto; olvidó la vida en los brazos de su amante; se fundió con él en un corazón de viento y entregaron su realidad a los fantasmas; sufrió; y en su entierro estuvo sola.

Érase una vez el amor, variante de dicha y desgracia, que

16 enero, 2012

La metaformosis de Gregorio Samsa


La culpa pareció dejar de doler cuando se convirtió en costumbre. Los días se fueron transformando en semanas y luego en meses y en años, que sin saber cómo empezaron a contarse por lustros y luego por decenios.
Pero la herida abierta en su memoria al recordar a Vesna y aquellos encuentros fugaces y casi clandestinos, en el pequeño café cerca de la ribera izquierda del río Miliatska, no ha cicatrizado todavía, bien al contrario, con el paso del tiempo ha vuelto a sangrar y el remordimiento se ha transformado en interminables noches de insomnio.
Aquellos quince días de febrero de 1984 en Sarajevo fueron para él su país de las maravillas, pero Alicia ya no está; porque también se espantó de tanta contrariedad, del mucho silencio que creció tras el ruido de la batalla y del odio. Tan distinto todo a aquellos días olímpicos de risas blancas y de luminosas mañanas azules de tul y algarabía.
En la despedida, una brisa helada azotaba sus rostros y

La venganza


Sentado en la camilla de la consulta oía hablar a su madre de cuánto era capaz de comer y dormir, y aunque le gustaba –siempre prestaba atención cuando hablaban de él–, esta vez no quería distraerse: tenía los ojos fijos en las manos de la enfermera, comprobando que era verdad lo que contaban sus amigos en el colegio. A los seis años, esa enfermera tan cariñosa, la que olía a jarabe de fresa, la que regalaba el palito de la “aaah”, te ponía una inyección. Y ya la tenía preparada, pero él también lo estaba. Metió la mano en el bolsillo del pantalón y agarró decidido su cuchillo invisible.

Texto: Rafa Heredero García
Narración: La Voz Silenciosa

26 octubre, 2011

Un abismo


Despierto sobresaltado en medio del silencio y la oscuridad de la noche. La habitación está fría y se puede respirar la calma que se ha adueñado de la casa. Todavía desorientado, extiendo mis brazos hacia tu cuerpo dormido, palpando temeroso y preocupado por no precipitarme al vacío central que separa nuestros dos lados de la cama. Un barranco cortado con el cuchillo de tus desprecios y erosionado por los años de convivencia, con límites escarpados y con un fondo invisible que se pierde bajo el colchón.
Sigues ahí, respirando profundamente, transportada por el sueño a otro lugar y quizás a otros brazos. Y apoyo mi mano sobre tu espalda, simplemente para

25 octubre, 2011

Mario labios

Cuando Mario llegó al pueblo tres años atrás, a Blanca se le llenó el bajo vientre de grillos con solo imaginar de lo que aquellos labios bembones serían capaces si ella pudiera ponerlos a su servicio. Pero cómo podía calentarse los pensamientos, y el bajo vientre, si para todos los efectos era como si estuviese casada. Casada con Dios y con la Santa Madre Iglesia. Y con su tío el párroco, que se ocupó tan amorosamente de ella cuando sus padres desaparecieron. Desaparecieron de la casa, del pueblo y de la faz de la tierra, porque no volvieron a dar señales de vida ni de muerte de un día para otro. Puede que en algún momento cuente también esa historia, pero hoy no quiero divagar que me disperso. Pues eso, que el tío cura la acogió generosamente en su casa. Incluso puede que no fuera necesario tanto acogimiento, pensaba a veces Blanca desde que