31 marzo, 2013

Una oficina normal


Había pasado ya por varios despachos. Amplios, con grandes mesas de escritorio. Con vistas o interiores. Luminosos, modernos o solemnes. Todos con las paredes cansadas de escuchar amenazas veladas, palabras mal sonantes o soberanas estupideces.

Un jefe siempre será un jefe. Es el que manda. Y salvo excepciones, a nadie le gusta que le digan lo que tiene que hacer. Si alguna vez mandamos, tengamos presente que nos van a criticar, que encontraremos malas caras y que no gozaremos de la simpatía de todo el mundo. Si nos toca estar en el lado contrario, tendremos que, alguna vez, renegar de lo que dice o no dice y muchas veces, acordarnos de su familia. Es lo suyo. Ese ruido sordo, como de mosca por los pasillos, es la justa compensación por ser lacayo.

A veces parecía tonto. Luego nos percatábamos que tanta maldad no podía salir de un alma inocente. Y entonces intentábamos apartarnos de su punto de mira, por precaución, que las armas las carga el diablo. Y si están en su poder, imagínense.

Trabajar en aquel departamento era muy entretenido. Agotador también. Y malísimo para el equilibrio mental. Había días en que los malos pasaban a ser los buenos. Otros, en los que creías tus amigos te invitaban a un café cargado. Vaya a saber usted de qué.

Autor: Belén Valiente.
Narración: La Voz Silenciosa

7 comentarios:

  1. Un café cargado de algo para el jefe, y se terminan las presiones (por supuesto que no es una apología del homicidio premeditado, no).

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  2. Como bien dices, una oficina normal.

    Me gustó tu relato, Belén.
    Un saludo.

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  3. Anónimo1/4/13, 1:00

    Me he sentido muy identificado. Aquí tenéis a un nuevo seguidor. Nos leemos.

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  4. Hugo: por supuestísimo que no, ja,ja. Gracias por tu comentario.

    Towanda: Muchas gracias, me anima a seguir escribiendo.

    Sergio: De estas oficinas hay por todas partes ¿verdad?

    Saludos a todos y muchas gracias por comentar.

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  5. Perfectamente descrita esa oficina. Desde ambos lados; mejor no imaginemos que le añadía al café; a fin de cuentas, un jefe siempre será un jefe.
    Besos, te observo tras la persiana enrollable, jaja

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  6. El ambiente de lo laboral, intrigas más o menos solapadas.
    Estupendo.

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  7. Tal cual. Cualquier parecido con la realidad es pura fotografía.

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