Tengo una deuda, que arrastro de siglos,
tan vieja como la vida.
Eternamente impagada e impagable,
por extensa y desmedida.
¡Ay, qué extrañas cuentas tus cuentas
y qué extraño es tu querer!
Todo lo sumas, nada me restas
y nunca sale a devolver.
Tengo una deuda que me encadena
y a ti me hace volver,
para hollar la tierra que tanto amas
y tanto me ha visto nacer.
¡Ay, qué extrañas cuentas tus cuentas
y qué extraño es tu querer!
Por verme, aumentas lo que debo;
Y por verte, lo dejo crecer.
Tengo una deuda, que arrastro de siglos,
tan vieja como la vida
y extensa como un mar.
Sólo con amor se paga, y no la quiero saldar…
Gregorio Sarmiento Acosta
Una poesía de factura clásica, con ritmo, cadencia y sentido.
ResponderEliminarSaludos
Gregorio, bienvenido a La Esfera.
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