29 octubre, 2011

Mercados modernos


Una llamada telefónica (generalmente en el momento más especial del día: en la sobremesa, en ese momento en que el cuerpo y los sentidos dormitan para recargar pilas), un saludo interminable con el bello acento sudamericano que te llama por tu nombre como si fueras un ser especial y muy querido para él.
Después comienza el mercadeo.
La voz sin rostro, empieza a desgranar datos que conoce mejor que uno mismo: lo que gastas, lo que podrías ahorrar, lo que ellos te regalan, en aras de no se sabe qué. Te habla de sistemas analógicos digitales, de megas reales, de megas ficticias…
Me costó coger el hilo de un diálogo basado en unos cálculos económicos que otros conocían mejor que yo y que, sin embargo, afectaban directamente a mi bolsillo. Y qué decir de la jerga técnica, que desconozco y aborrezco.
Recordé el mercado de los jueves. Deseé estar allí contratando mi operador de telefonía, con una mañana soleada por medio y un ambiente desenfadado, y no con grabaciones interminables y mi momento preferido del día como moneda de cambio; si tuviera un rostro frente a mí, podría evaluar su expresión, tantear sus palabras, jugar con los gestos…, pero la voz, bien modulada, me arrastra, -sutil-, hasta lograr que la mía termine diciendo: “sí”, “no”, “acepto”, al son que me requiere una máquina, con un tono impersonal y un toque hipnótico.
Texto: Yolanda Nava Miguélez
Narración: La Voz Silenciosa

12 comentarios:

  1. Admiro esa paciencia. A mí, si me llama una máquina mientras descabezo una siestecita, cuelgo disgustada e intento volver a conciliar el sueño.
    Un abrazo, Yolanda.

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  2. Si tu supieras la de veces que había colgado antes de contestar..., pero el relato está muy suavizado, si tengo que contar lo que me ocurrió me daría para una novela. En fin, es lo que hay. Gracias por tu comentario, Isabel.

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  3. ¿Quién no ha vivido esa experiencia en los tiempos que corren? La cuentas de forma que yo también me instalé en esa primera persona del relato y lo viví, tal cual, con ella. Un abrazo Yolanda

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  4. Una voz melosa consiguió que le dedicara un tiempo más que prudencial, lo que no logró es que me doblegara a sus propósitos. Ahora, directamente no contesto. La siesta es sagrada hasta para mi madre.

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  5. Nos has traído a todos momentos vividos, recuerdos de llamadas melosas con acentos distintos, eso es lo que tiene que hacer un texto, hacernos vagar por la memoria y recordar situaciones similares vividas. Bien escrito

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  6. Un texto fresco y divertido que hace cómplice al lector de las situaciones que plantea. Aunque a veces resulta un tanto desesperante, otras, en cambio, me encanta llevar la conversación a mi terreno y arrancar una sonrisa: "¡Ah!, usted es quién me llamó ayer -¿yo? -Por cierto, ¿ya está mejor? -Creo que se confunde -No creo, ¿no es usted quien me dijo que veraneaba en Marbella..."

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  7. En Segovia también hay mercado los jueves. Y sí estaría divertido que las operadoras de telefonía se mezclaran entre los puestos de hortalizas, frutas, zapatillas y discos de quinta o sexta mano.
    Personalmente cuelgo sin escuchar, pero a veces me dan ganas de preguntarles por su familia, claro que suelo pensar que ellas/ellos no tienen la culpa de tener que estar haciendo semejante trabajo.
    Por otro lado, ¿no hay suficiente publicidad agresiva e invasiva que también tienen que entrar en nuestras casas cuando y como quieran, y además, amaparados por la ley?

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  8. Un texto fluido y desenfadado.
    Una situación que a nadie nos es desconocida.
    Me pregunto si alguien picará!

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  9. Cuando la voz me despertó de mi merecida siesta le dije entre otras cosas que no tenía a mano el número de cuenta, así creí que me la quitaría de encima. " pues bosqueja, la tiene en cualquier factura" , respondiò ágilmente. Y yo: " lo siento pero estoy descansando y ahora no voy a levantarme" .
    La voz no era de una máquina , no permaneció callada, solo se entristeció y terminò la conversación diciendo: " afortunada usted que puede disfrutar de una siesta, otros no lo lograremos nunca".

    Son personas y se dedican a eso, quizás durante m uchas horas y por un salario escaso .

    No compré el producto pemarsella me amargó el reposo.

    Un saludo de Á.

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  10. Fe de erratas. " pues búsquela, la tiene ...."

    No compré el producto pero se me amargó el reposo.

    Á.

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  11. Lo que narras, Yolanda, es nuestro sin vivir actual. En el buzón de correos solo llega carta de los banco. En el hilo telefónico mercaderes sin escrúpulos. Como dices, el mercado de los jueves, donde se pueden comprar las sonrisas, los olores y hasta las amistades. Cuánto se agradece estos relatos realistas limpios de grandes metáforas.

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  12. Gracias a todos por vuestros comentarios, lo cierto es que es un tema "feo" para hacer un relato, pero ahí queda. Besos.

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