La gente no sabe que sin piernas no hay minifalda. Y María camina, todas las estaciones del año, con las piernas desnudas como una amenaza. No importa, no hay vergüenza. Sacrifica estética y sacrifica salud. María sacrifica, con esas dos palabras ya tienes su lema. Disputa las baldosas con cada paso. No hay pie a su lado que le haga competencia. En el barrio la oyen venir y los viejos, los aburridos, los tenderos y hasta las mujeres bajo las gafas de sol la miran pasar. Ahí va María con su minifalda en verano. Ahí va con su falda de menos de cuarenta centímetros, atrapada entre copos de nieve que le hacen adorno. La gente abre la boca, una "O" mayúscula entre labios, los hombres sacuden las manos como para que la sangre no se agote toda en el mismo sitio. Ella, como una pantera, va calle arriba y calle abajo haciendo una jaula de envidias alrededor. María no tirita de frío ni siente que llueve cuando las gotas protestan sobre el paragüas. A ella le da igual y abre el armario todas las mañanas para rescatar otro pedazo de tela, casi un cinturón, que le cubra los muslos hasta donde tiene los cortes. Se peina, se pinta y coge los bártulos. Las piernas le rozan un poco antes de entrar en el muñón.
Este tipo de texto me gusta. Ves esas piernas de infarto y esas envidias a sus paso. Aderezado con acierto literarios.
ResponderEliminarEl cierre del texto me crea dudas. No lo veo bien dibujado, "Las piernas le rozan un poco antes de entrar en el muñón."
¿María es coja? Interpreto. No acierto donde se ubica el muñón.
¡Me encantó, Alberto! De qué forma tan estupenda describes cómo alguien puede alzarse ante cualquier desgracia e, incluso por ella, ser objeto de admiración.
ResponderEliminarPorque las prótesis pueden ser mejores que los originales, sí señor.
Un saludo.
Reconozco que ayer leí el texto y no lo entendí, creo que ni siquiera lo disfruté, estaba espeso, con las neuronas indisciplinadas y dispersas. Hoy, en cambio, FranCo e Isabel, o Isabel y FranCO (tanto monta...)me han dado la clave, como el que le da una nalgada a un recién nacido para que despierte. Hoy si la he visto caminar con esa elegancia, con esa forma de escribir, "incluso he tenido que sacudir las manos", hasta llegar a ese final triunfal donde descubres cómo hay que "encajar" las derrotas y las desgracias en la vida, cómo no renunciar a seguir jugando ese partido que es la vida.
ResponderEliminarGenial, enhorabuena.
Sabes que es lo que más me ha gustado, esa frase con la que abres el texto y que no la vemos clara hasta el final: "La gente no sabe que sin piernas no hay minifalda"
ResponderEliminarMe gusta tu forma de narrar y describir...
ResponderEliminarCómo protestan las gotas de lluvia sobre el paraguas, como una jaula de envidias se forma alrededor...
Encantada de conocerte. Me gustan las minifaldas, a mucha gente le sientan bien...
Besicos.
A mí también me gustó mucho el texto y también intuí una interpretación similar a la de Marcos. El inicio me parece fascinante, y el final genial. Tal y como lo interpreto, puesto que habla de piernas en plural, es que no tiene ninguna de las dos.
ResponderEliminarMagnífico relato, en forma y fondo.
ResponderEliminarEs uno de esos textos que no olvidaré.
Sin piernas no hay minifalda por eso quien no las tiene , debe abanderar su logro contra todo tiempo y lugar.
ResponderEliminarEspléndidos, el texto y la idea.
Un abrazo. Á.
Un buen relato, con un final impactante.
ResponderEliminarCreo que es muy bueno.
También digo "O" con el texto e imaginar a Maria al pasar. Me gustado. Saludos
ResponderEliminarTengo que reconocer que al leer la primera frase ya me puse en guardia. Por ello disfrute de la primera lectura sin necesidad de recurrir a la segunda. Me ha gustado mucho por cómo está escrita como por el golpe a los sentidos. Buen relato.
ResponderEliminarMuchísimas gracias a todos por los comentarios.
ResponderEliminarUn saludo, Alberto.