Me obligo a limpiar la sangre. Cristales, paredes, las rendijas del entarimado, las salpicaduras en la tapicería. Desecho cualquier adorno que haya quedado contaminado, me deshago de cepillos, estropajos y baldes, refresco la habitación con ambientadores caros. Soy cuidadoso, no debe quedar rastro de mi tarea, pero mentiría si dijera que no confío en nadie: con los honorarios que cargo bien podría encargar la limpieza a especialistas que saben hacer su trabajo y mantener la boca cerrada. En cambio, limpio sus restos y borro así su recuerdo, sus miradas sorprendidas o espantadas, el olor de su miedo. Me ayuda a recordar que un día puede ser mi sangre la que otro limpie.
Texto: Ana Joyanes
Narración: La Voz Silenciosa
Narración: La Voz Silenciosa
Escalofriante este ritual de limpieza.
ResponderEliminarMuy bien construido, Ana.
Un beso.
Relato oscuro, no por no ser asequible, que lo es. La sangre que lo salpica, más bien, crea esa atmósfera de relato negro. Eché en falta, quizá, una pizca más de escalofrío. Claro que ese es un problema estrictamente mío. Un abrazo, Ana J.
ResponderEliminarUf, si limpiar es de por sí una tarea tediosa esta no tiene calificativo. Muy gráfico y la reflexión final lo remata de maravilla.
ResponderEliminarGracias, Isabel e Isabel, por vuestros comentarios.
ResponderEliminarUn placer matar, digo, escribir, para vosotras.
Un abrazo
Pienso en un crimen dentro de otro crimen, dentro de otro y me lleva al vértigo. El mismo que surge al leer tu micro. Fantástico, me ha encantado.
ResponderEliminarBesos, bien limpitos.
Relato corto e intenso, como su limpieza.
ResponderEliminar¿El miedo huele? Imagino que no a rosas. Tiene que oler a mierda.
¡Qué bueno! Limpiar sangre derramada pensando en quién limpiará algún día la tuya.
ResponderEliminarYo también opino que limpiar es tedioso, lo de la sangre es un plus. Muchas gracias por tu comentario, Yolanda.
ResponderEliminarUn abrazo
Jo, Ana, me dejas divagando en el mundo negro. Y que no es su primera vez, que deben haber tantas que lo imaginas frotando y pensando en la suya propia. Un micro concentrado. Me ha gustado.
ResponderEliminarQuerida Isolda, ¡qué buenos esos besos tuyos, tan limpios! Contrarrestan la violencia.
ResponderEliminarSí, FranCo, justo a eso huele: a mierda. Y a algunas cuantas cosas más.
Miguel Ángel, la vida te devuelve lo que siembras. Si siembras sangre...
Muchas gracias a los tres, Isolda, FranCo y Miguel Ángel.
Un montón de abrazos
Muchas gracias, Dácil. Me alegro mucho de que te haya gustado.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Este profesional cuidadoso que podría encargar la limpieza a especialistas prefiere borrar hasta el recuerdo de la victima de su trabajo sucio. Es un relato muy tuyo, Ana. Te lo digo por la lectura de Sangre y fuego. Cuando lo termine, y me quedan menos de 100 páginas, te escribo.
ResponderEliminarEnhorabuena ya por este micro, con muchos besos.
¿Qué puede esperar el profesional de la muerte? Cualquier día la suya propia de un modo similar a éste... Y después el vaho de un ambientador caro. Nada más. Un relato como una de esas muñecas rusas que contienen en sí otra y otra y otra, hasta llegar a la más pequeña.
ResponderEliminarGran estructura en muy pocas líneas.
Enhorabuena, Ana J
Este gran micro presenta un inconveniente, con todo respeto: La imagen que le documenta quita todo el suspense. Es un buen relato que sobrevive perfectamente sin la foto. O quizás solo sea problema mío. Un detalle que borre las miradas y los recuerdos. Me ha gustado.
ResponderEliminarRompes la calidez del erotismo que llevábamos bebiendo en los anteriores textos con un escalofriante relato donde la frialdad se puede palpar.
ResponderEliminarEnhorabuena Ana.
Querida Catherine, estoy desesperada por que termines Sangre y fuego y me cuentes. Ya falta menos!!!
ResponderEliminarMe alegra mucho que te haya gustado este relato.
Amando, no había pensado en que pudiera tener estructura de muñeca rusa pero creo que llevas razón. Tu comentario me ha hecho ver mi propio texto con otros ojos.
Ximens, tal vez lleves razón respecto a la imagen. No buscaba crear suspense, solo contar una historia, y con la ilustración pretendía darle un punto más de dureza sin sangre a la vista. Pero me has dejado cavilando.
En cualquier caso, muchas gracias por tu comentario.
Y a vosotros también, mis queridos Catherine y Amando.
Un abrazo grande.
Sinceramente, Inma, era lo que pretendía: crear contrastes.
ResponderEliminarMuchas gracias, chiqui.
Un abrazo grande
Me alucina todo lo que eres capaz de hacer con la sangre, esta es sangre negra, increíblemente oscura, absolutamente siniestra.
ResponderEliminarGenial
Muchas gracias, Ángeles.
ResponderEliminarLa sangre me atrae, tanto como la vida y la muerte, porque es la esencia de ambas.
Un abrazo bien grande.
Me gusta tu forma de matar porque dejas el rastro preciso para que seamos nostros los que ideemos la manera de hacerlo y elegir a la víctima.
ResponderEliminarMarcos, me alegra contribuir a vuestra creatividad asesina.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu adhesión.
Un abrazo
Querida Voz:
ResponderEliminarme ha escalofriado tu interpretación de esta pequeña historia. La has dotado de la frialdad y hondura precisas, de esa precisión propia de un asesino a sueldo, de esa mirada reflexiva que contempla la propia muerte.
Muchísimas gracias, Jose. Lo has hecho crecer.
Gracias a ti por escribir así. Es fácil relatar tus textos. Muy fácil y muy satisfactorio.
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