Ilustración: Laura Baute San Juan |
Los chicos comentaban que había pasado una temporada en Las Vegas después de un encontronazo con uno de esos tipos a los que el aliento les huele a quince años y un día. Me fijé y comprobé que había cogido varios kilos de belleza, y que seguía siendo aquella mujer de formas contundentes y peligrosa presencia. Mientras la observaba se le acercó un tipo que
un minuto después estaba sentado a su lado y tres sonrisas más tarde era carne de cañón. Con seguridad aquel tipo no se habría acercado de conocer la historia de Emma y de haber sabido que aquella mujer era una jornalera que cada día labraba su presente sustrayendo la cartera a incautos.
un minuto después estaba sentado a su lado y tres sonrisas más tarde era carne de cañón. Con seguridad aquel tipo no se habría acercado de conocer la historia de Emma y de haber sabido que aquella mujer era una jornalera que cada día labraba su presente sustrayendo la cartera a incautos.
Desde mi lugar en la barra del club alcancé a escuchar la risa de Emma cuando el tipo le decía unas palabras al oído. Faltaban todavía unos minutos para que él propusiera buscar una habitación y algunas copas más para vencer la calculada resistencia de ella. Después saldrían del local, abrazados, y el tipo despertaría a la mañana siguiente en un hotel, satisfecho y orgulloso, hasta el momento justo en que advirtiera que su cartera, su reloj y buena parte de su orgullo habían desaparecido.
La noche siguiente me sorprendió que no apareciera el tipo en busca de Emma, con la vana esperanza de ajustar cuentas. Tampoco lo hizo dos noches más tarde. Él no asomó por allí, pero quien sí se dejó ver fue Emma. Aquello no era propio de ella después de desplumar a alguien. Se sentó a mi lado enredada en el humo de su cigarrillo. No tardó en preguntarme “oye Pike, el tipo con el que estuve el otro día, ¿lo has vuelto a ver?”, “cariño, ese tipo todavía debe estar por la calle preguntándose cómo va a explicarle a su mujer que ha perdido la cartera”. Me dejó media sonrisa por respuesta y se quedó a mi lado en la barra, en silencio, dejando que los whiskeys fueran resbalándole dentro. Más tarde, cuando el garito languidecía volvió a hablarme: “Pike ese tipo me gustó, me ha dejado huella. ¿Sabes que no le quité ni un centavo? Me fui a la cama con él pensando que había encontrado a un hombre especial”. Emma sabía que aquella confesión me estaba asombrando, pero continuó: “y cuando desperté a la mañana siguiente el tipo se había largado llevándose mi monedero”. Vio que me costaba digerir aquello “así fue cariño”, me dijo. Me costó unos segundos que mi mente ubicara al tipo desde la categoría de incauto a una casi desconocida. “¿Y sabes lo mejor Pike?”, me dijo Emma apurando su copa con mirada nostálgica, ”¿sabes lo realmente grave? Que pagaría lo que fuera para que volviera a robarme otra noche”.
Texto: Felipe Alonso Simarro
Buena vuelta de tuerca. A veces lo previsible es el enemigo de lo literario. Bien llevado el texto y muy sugestivos (poéticos diría -no en el sentido lírico, sino en el sentido de que abren opciones semánticas al lector-) varios de los verbos.
ResponderEliminarEnhorabuena, Felipe.
Un buen relato. A veces hay gente que deja tan buen sabor de boca que desearías que te volviera a robar, qué más da.
ResponderEliminarTodavía mi ropa huele al humo de los cigarrilos y en mi boca conservo el sabor de los whiskeys con los que Emma consume la espera.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Buen relato, Felipe, te deslizas por él de manera vertiginosa, como los ojos sobre las imágenes de una película, porque lo he visualizado mientras leía.
ResponderEliminarEnhorabuena.
La burladora burlada. Así pasa cuando se cambian negocios por amores, y queda claro que el amor es siempre la mejor elección .
ResponderEliminarQue tenga suerte Enma, que vuelva a caer en la dudosa trampa de la seducción .
Saludos. Á.
Estupendo aire de novela negra el que se respira en este relato.
ResponderEliminarTe va llevando a lo largo de la narración, te hace sumergirte en la historia.
Muy bueno,
Y una magnífica ilustración. Muchas gracias, Laura.
Me ha encantado el relato, parece más el fragmento de una novela negra, la nostálgica letra de una canción de Sabina, incluso, es envolvente el humo que suelta la Emma. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn relato muy bien llevado, con unas figuras literarias que me han gustado mucho. El narrador también enamora al lector. Y lo que le pasa a la protagonista es ese misterio del amor, sin más. Felicidades.
ResponderEliminarMuy bueno y muy bien narrado. Enhorabuena.
ResponderEliminarBuen relato con viraje inesperado. Felicidades, Felipe.
ResponderEliminarMuy bueno. Ciertamente huele a novela negra, o como aprecia Dácil a uno de estos temas nostálgicos de Joaquín sabina. Se lee muy fácil, con esa escritura precisa no exenta de elegancia con la que se consigue atrapar y enredar al lector hasta confundirlo. Enhorabuena.
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