Venía de algún lugar del este. Contaba que, en la infancia, el circo la fascinaba. Por él, lo dejó todo. Un día cogió un tren y atravesó media Europa. En el cabello rojo lucía una determinación casi tangible, una aureola de llegar hasta el final, fuese cual fuese.
Esbelta, delicada, ágil, cultivó su cuerpo por el mero placer de lanzarlo al vacío, una noche tras otra. Cruzaba la pista, sin red, sin cuerdas, mientras el público rugía de espanto. Sola, entre los carromatos del circo, la trapecista ensayaba números prodigiosos. Los perrillos amaestrados, el caballo blanco bailando un vals, el oso sobre el taburete… la contemplaban embelesados, como si fuera la mejor terapia ante la cautividad.
Los espectadores veían una cabellera en el aire y allí estaba ella, durante unos segundos eternos, desafiando la gravedad. Contorsionista y volatinera, se mecía entre los cables, los postes y los toldos remendados.
Una noche cayó.
Fue como si se quebrara de golpe la luz que irradiaba, como el fogonazo de un rayo sobre la lona del circo. Y allí quedó, sonriendo al destino, a las estrellas filtrándose por las grietas, a los funambulistas que, como ella, retaban al magnetismo terrestre. Siguió sonriendo, rota y desarticulada, mientras se la llevaban. Alma de poesía, cuerpo de mariposa.
Texto: Virginia González Dorta
Entre giro y giro, me leo en esta Esfera plural y abierta.
ResponderEliminarUna vez más, gracias.
Un abrazo
Precioso y real como la vida misma.
ResponderEliminarSomos muchas veces auténticos trapecistas y de varias pistas a la vez...
Saludos, un placer, Virgi
Hermoso y triste. Probablemente más real de lo que parece.
ResponderEliminarPrecioso y lleno de colorido en tus palabras.
ResponderEliminarEnhorabuena y besos.
Un relato cálido, que describe imágenes de gran belleza. Felicidades.
ResponderEliminarTriste pero muy bonito, Virgi.
ResponderEliminarMe queda esa imagen final de la delicada trapecista, "cuerpo de mariposa".
Un abrazo bien grande y me alegro de volver a leerte en La Esfera.
Terrible historia, tanto más cuanto que condena a la inmovilidad a quien fuera puro movimiento.
ResponderEliminarBello texto
Saludos
Perdió el equilibrio por apenas unos aplausos de gloria. La gloria de volar y danzar por el aire. Me quedó pena. Y sin embargo la imagino elevándose tal cual la describes al final. Como una mariposa que retoza y retoza sabiendo un final rápido y volátil... me dio pena. Y mira que me gusta el circo. Bellísimo y elegante como esa preciosa trapecista. A pesar de mi pena, me gustó mucho. Un fuerte abrazo Virgi. Más, muchos más de estos relatos.
ResponderEliminarCadencia de imágenes, tan móviles y gráciles al principio, tan tristemente estáticas al final, pero con esa sonrisa perpetua: Alma de poesía.
ResponderEliminarLa historia triste, frustrante como la de tantas personas que tienen aptitudes y cualidades para un arte pero por un accidente o un cambio brusco en su vida, se ven obligadas a abandonar su sueño (estoy pensando en un deportista, por ejemplo).
ResponderEliminarPero lo mejor son los símbolos, tus palabras, las imágenes e impresiones que causan la lectura de tus relatos. Es precioso Virginia.
un abrazo
Me ha encantado Miguel Angel. Sacrificio del alma en su inmersión en las coordenadas terrestres y su "ley de la gravedad"... Aceptación consciente del peaje terrícola, dejando en el vuelo polvo de estrellas.
ResponderEliminarBueno, Virgi...Yo no lo veo tan triste. Una persona que realiza su sueño hasta el fin y que emprende el viaje a lomos de su sueño es una privilegiada.Un abrazo y enhorabuena!
ResponderEliminarUff, qué relato. Por un momento pude ver su cabellera rojiza brillando en lo alto, mientras su elástico cuerpo cruzaba el aire.
ResponderEliminarUn gusto leerte, querida Virgi
Duro relato. Si alguien que se dedica a ilusionar a los animales (hombres incluido), pierde el equilibrio, todo pierde la estabilidad en la poesía de la vida.
ResponderEliminarVir, esto me has hecho pensar.
Gracias, Ximens, me lo haces sentir desde otro ángulo, hermoso y tierno.
ResponderEliminarUn abrazo
Solo esa sonrisa apresa mis lágrimas en otra.
ResponderEliminarPrecioso Virginia.
Un abrazo
"cuerpo de mariposa"...es un final con una frase que llega, durante toda la lectura te vas imaginando el movimiento de la trapecista y tú lo has dibujado con la fragilidad y gracia de esa mariposa que llena de belleza nos sobrevuela...
ResponderEliminarBonito micro, me estoy poniendo al día...Besicos amiga Virgi.
En pocas líneas resumes la pasión con la que se hacen las cosas que nos interesan. Esa muerte es tal vez la que había deseado.
ResponderEliminarEl final es muy poético.
Un abrazo.
Triste historia, sencillamente contada, suave y susurrante.
ResponderEliminarMis gracias a todos los que han pasado a leerme.
ResponderEliminarAbrazos.
"Alma de poesía, cuerpo de mariposa" Qué hermoso cierre le diste a tu relato. Queda resonando y resonando en mis pensamientos. Me encantó.
ResponderEliminarFelicitaciones!
Un abrazo!
Hermosa metáfora. La muerte de una mariposa. Qué puede haber más liviano y tremendo...
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué final tan poético pese al drama de la muerte. O, quizá, porque la muerte se ha presentado en la plenitud del esplendor de esta trapecista: la juventud y la pasión. Enhorabuena por este relato.
ResponderEliminarPrecioso, amiga, con un final bellisimo...
ResponderEliminarUn abrazo
y volaron mariposas...
ResponderEliminarmil besos, Virgi*
Precioso y lleno de recuerdos infantiles por mi parte.
ResponderEliminarBesicos muchos guapa.