La peluca, los zapatos de tacón, las pestañas, las uñas, el rojo intenso de los labios, el sonrojo de las mejillas, las medias, el vestido, las tetas, la luna del callejón, su olor, su billete de cincuenta, tu número de teléfono, su nombre.
Todo sobre la mesa.
Y como una sombra sin dueño, César se tumbó y soñó llorando: siempre se olvidaba de quitarse también las lágrimas antes de dormir.
Texto: Carlos Díaz Gonzalez
Me encanta el final,se va para mis favoritos^^
ResponderEliminarQué buen relato, Carlos! Desde el título tan acertado, la enumeración con ese "tu número de teléfono" que retiene la atención del lector, y el final que le quita el velo a la historia, o la moja de lágrimas en todo caso.
ResponderEliminarImpecable. Me encantó!
Saludos!!
Me ha encantado. ¡Cuántas vidas podrían ser enumeradas con otros elementos y acabar del mismo modo!
ResponderEliminarOs doy las gracias, sin maquillaje, por los comentarios.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me ha gustado mucho. El maquillaje que tanto cuesta quitar... Pocas palabras que dicen mucho.
ResponderEliminarImpresionante micro. Perfecto, ejecutado a la perfección, con una intensidad y una profundidad muy difíciles de conseguir en tan pocas líneas. GENIAL
ResponderEliminar