Título: Una temporada para silbar Autor: Ivan Doig Traducción: Juan Tafur Pvp: 21,95€ ISBN: 978-84-92663-42-2 Formato: 21,5 x 14 cm. Págs.: 360 |
Quería empezar este año esférico recomendando algún libro que sirva como antídoto para el ambiente de miedo y pesimismo que nos invade; que nos sirviera para poner, parafraseando el refrán, Al mal año, Buenos libros. No se me ocurre mejor opción que una de mis primeras lecturas del 2012.
¿Habéis sentido esa avidez que te hace seguir leyendo, la renuencia a cerrar el libro aunque otras tareas te reclaman o la sensación de tristeza porque hemos llegado a la última página? Todo eso provocó en mí. Comprendo perfectamente que los editores de Libros del Asteroide hayan elegido el verde para la portada de Una temporada para Silbar. Si tuviera que describirlo con una sola palabra, sería luminoso.
Como tantos otros autores americanos, Ivan Doig nos ofrece un libro en el que no pasa nada, no hay grandes pasiones, dramas o afanes de venganza; tan solo la historia de una familia -un padre viudo y sus tres hijos- y sus convecinos durante “una temporada para silbar” (si os llama la atención el título tal como me sucedió, al poco de comenzar sabréis el por qué del mismo).
la asunción de que nuestras acciones, las pasadas y las presentes, tienen consecuencias y debemos responsabilizarnos de ellas. Habla también del disfrute del aprendizaje cuando nos encontramos con un maestro que es capaz de acercarnos el conocimiento como un juego.
A Doig se le ha comparado con Edward Wallace; tiene mucho en común con él. La narración en primera persona por uno de los protagonistas; la vinculación del narrador-protagonista con la docencia. Su estructura se asemeja a la de En lugar Seguro; el narrador-protagonista regresa a un lugar de su pasado y una vez allí recuerda, en este caso su infancia. Comparte con Angulo de Reposo, la referencia a los pioneros o las obras de ingeniería y los conocimientos prácticos en esta materia
Comprendo que algunos blogueros lo relacionen con Cuatro Hermanas de Jetta Carleton. También en esta novela, el punto de partida es el momento actual (una reunión familiar) que hará recordar el pasado de esta familia. Pero sobre todo en lo que coinciden es en que ambas nos muestran personas que no son santos ni pecadores, sino gente normal y corriente, con sus cosas buenas y malas, sus luces y sus sombras.
Me recordó también a El Camino, de mi queridísimo Delibes. Ambas son novelas circulares; un punto de partida que hace que los recuerdos se desplieguen ante él para, al final de la novela, volver a ese mismo lugar. También en ambas, los grandes protagonistas son los niños.
Un libro-medicina, de los que nos reconstituyen el alma en los momentos de bajón. Una lectura que es un auténtico placer en cualquier momento.
Como siempre, Libros del Asteroide, incluye al final una frase de otro autor, relacionada con el libro. En este caso: “Me ha gustado recordar tanto como me ha gustado vivir” de William Maxwell
Como siempre magnífica reseña, L.
ResponderEliminarSiempre que te leo, llego a la conclusión de que el mundo es infinito y me lo estoy perdiendo casi todo. En fin, tendré en cuenta esta lectura y este título. Ya sé que me gustará. Hasta ahora no me has fallado.
"A la sombra de los abedules" me está encantando
Creo que no he escrito bien el enlace os lo dejo así, por si acaso: http://programalaesfera.blogspot.com/2011/11/la-sombra-de-los-abedules.html.
ResponderEliminarSe publicó el 28 de noviembre de 2011 en este mismo blog
El título de por si, ya es una provocación. Es evocador.
ResponderEliminarCoincido con Amando. Nos estamos perdiendo mucha vida, muchas lecturas.
Ya sé que no te sirve de mucho Amando, pero poco más podemos hacer. Solo sentirnos únicos cuando somos conocedores de joyas de este tipo. Es como un secreto que nos convierte en una especie de minoría selecta.
¿Pretencioso quizás? Cierto, pero puede resultar un remedio, un parche en la frustración que me produce no poder leer todo aquello que "purula" en el mundo literario. ¿Quizás en vidas siguientes? O que nos amplíen las 24 horas del día por mil.
¿De dónde sacas el tiempo?
ResponderEliminarOtra propuesta que pone los dientes largos.
Saludos
Amando muchas gracias pero creo que mas que la bondad de mis reseñas, se trata de los buenos ojos con que las lees.
ResponderEliminarEs cierto que el mundo es infinito y no podemos abarcar todo lo que nos ofrece pero podemos verlo de otra forma. Cuantas posibilidades se ofrecen ante nosotros para elegir.
En cuanto a A la sombra de los abedules me "presta mucho" que lo hayas disfrutado.
FranCo si que nos perdemos muchas lecturas, seguro que muchas de ellas auténticas joyas pero también descubrimos otras que lo son.
Me consuelo a veces pensando que de todo el amplio abanico tentador que se ofrece ante nosotros, hay mucho oropel y poco oro.
Ana J pues no sé. A veces no toco un libro en varios días; otras, estoy tres o cuatro horas y muchas veces aprovecho tiempos muertos aunque sean diez minutos.
He visto que habían hecho otra reseña del libro en junio (cuando ya estaba medio desenchufada). Al principio me dió un poco de rabia pero luego pensé que esta bien poder comparar puntos de vista.
Otro más para la colección. ¿Alguien sabe donde venden un poco más de tiempo?
ResponderEliminarEl que lo sepa, que avise, Inma porque creo que a todos nos vendría bien :)
ResponderEliminarHace meses que tengo intención de leer este libro, del que ya había leído muy buenas críticas; ahora después de leer tu reseña se ha convertido en una prioridad. Sí, me apetece mucho leer un libro de esos en los que “no pasa nada” más que la vida; es decir, que pasa todo.
ResponderEliminarNatalia sé que llevabas varios meses detrás; también tuve que resevarlo en la biblioteca y esperar más de un mes pero mereció la pena.
ResponderEliminarYa me contarás.