01 febrero, 2012

Vida esférica


Macarena era una mujer maltratada: por su marido, por el destino y por ella misma que no conseguía sacudirse de todos. Cada día al levantarse se esforzaba por no sacar la cabeza del pozo donde pretendía ahogarse para evitar el esfuerzo de respirar sola, sin considerar que este trabajo invertido era mucho más ingente que el que necesitaría para echarse a volar. Una historia tan repetida que se hace casi tópica.
Pero no es fácil ahogarse hasta el final, la pasión por respirar vence al menor resquicio por donde consiga destilarse. Vivir, ¿quién no lo desea? Quien no lo desea se muere de verdad, hasta el final.
Tuvo que emigrar con su marido, Mateo, porque él lo decidió así. Seguramente pensó que
en un país extranjero a su mujer no le quedaría otra que apoyarse en él y solo en él, sin interferencias externas. Quizá pensó que podría hacerla a su mano, con su mano, con su manaza para tratarla mal, con su manopla no apta para caricias.
La hermana la siguió con su familia a ese país al poco tiempo, un contratiempo para Mateo, buscando las mismas oportunidades que Macarena inventaba para justificarse y que nunca encontró porque no formaban parte de sus anhelos.
Macarena no había podido tener hijos porque era imposible que Mateo fertilizara sus entrañas herméticas, por eso que su hermana le acercara a los sobrinos fue un alivio para su penosa sobrevivencia.
Pero el destino tenía otros planes, oscuros, morbosos, hasta sádicos. Trágicos: la hermana enfermó y falleció a los pocos meses. El marido se quedó paralizado, los niños desconcertados. Macarena los adoptó a todos.
Aunque la pérdida fue desgarradora para ella, el sentirse en el deber de cuidar a los niños la reconfortaba, incluso le dio bríos para enfrentarse a la mala bestia. Este fue el resquicio que aprovechó su pasión reprimida para liberarse, por donde penetró el aire y por donde el sol entró para calentarle el alma.
La familia que dejó la hermana vivía cerca y Macarena iba varias veces al día a arreglar la casa, a mandar a los niños al colegio, a conseguir que su cuñado se levantara cada día para ir recuperando la vida. Cada día, todos los días, varias veces al día…
La pena los fue acercando hasta que ya no pudieron evitar el roce de las caricias, hasta que no pudieron ignorar lo evidente, que la chispa estaba allí, entre ellos, con ellos para rescatarlos de sus respectivas zozobras y lanzarlos a navegar sin ahogos ni tragedias, en el mar abierto, incierto, pero inmensamente líquido.

Texto: Ángeles Jiménez
Narración: La Voz Silenciosa

11 comentarios:

  1. Sin duda , a veces, nacen flores en el infierno.
    Me ha encantado el relato, que desde una cruel realidad desemboca en un mar de sueños por cumplir.

    Besos

    ResponderEliminar
  2. Buen dia, Sorpresivamente a veces la vida nos da tremenda sacudida para hacernos reaccionar,para continuar con las ganas de vivir...
    El destino prepara sorpresas..
    me gusto mucho...me toco el corazon

    ResponderEliminar
  3. Una dura y aplastante realidad, que toca la sensibilidad,saludos.

    ResponderEliminar
  4. Una historia trágica con un final esperanzador; pero sobretodo muy bien contada.FELICITACIONES.

    ResponderEliminar
  5. La felicidad espera, agazapada, incluso detrás de alguna desgracia. Solo hay que estar con los ojos bien abiertos para que no se nos escape. Una buena historia que ha tenido la gran suerte de nacer en tu cabeza. Seguro que en otras no hubiera sido igual.

    ResponderEliminar
  6. ¿Cuántas Macarenas hay por el mundo, rodeadas de Mateos? Sin embargo, como en este texto, algunas veces la felicidad está al lado, más cerca de lo que nos parece, sólo es menester abrir los ojos y admitir la fuerza de las cosas.

    ResponderEliminar
  7. Me ha encantado este relato. Describes a los personajes con una destreza que te metes en su piel.
    Las flores florecen hasta en el estiercol.
    Encantada, Ángeles, un placer tus letras.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  8. Qué preciosidad!!! Mejor dicho, es un texto preciosista, íntimo, delicado, que da para mucho más que un texto corto.
    Anímate, Ángeles, que tienes toda una historia entre tus manos y la habilidad para darle vida.
    Un abrazo grande

    ResponderEliminar
  9. Texto que escuché en primicia por tu voz, ahora por la voz silenciosa. En ambas ocasiones lo he disfrutado.
    Garcias por este regalo.

    ResponderEliminar
  10. Muchísimas gracias a todos, es un placer leer estos comentarios esféricos, animan a no parar, no pararé. Gracias a la voz silenciosa por esta fantástica lectura.
    Un beso enorme a todos

    ResponderEliminar
  11. Maravillosa historia recreada en tu pluma. Una pluma que le da forma a la vida misma. Enhorabuena

    ResponderEliminar

Gracias por contribuir con tus comentarios y tu punto de vista.

Los componentes de La Esfera te saludan y esperan verte a menudo por aquí.

Ésta es tu casa.