—¡Qué me dices! No puede ser. Son un matrimonio modelo, siempre juntos, tan educados y tan guapos los dos. Además…, si no debe hacer ni cuatro años que se casaron.-Pues sí, hija, sí, eso dicen...Tan enfrascadas están en la conversación que no han contestado ni a mi saludo. Creo que ni lo han oído. He estado a punto de decirles que sí, que es verdad, que su pareja perfecta no se aguanta más y se separan, pero he preferido subir de dos en dos las escaleras y eso que son cuatro pisos antes de caer en la tentación; ni siquiera me he molestado en esperar el ascensor para no empezar a largar yo también… ¡Uy si yo empiezo! Prefiero dejar a mis vecinas elucubrando motivos que yo conozco de sobra. Como para no conocerlos.Por fin voy a poder dormir sin sobresaltos, fin de las carreras por el pasillo, fin de las broncas por no acordarse de una fecha importante, (y para ella todas lo eran): el día que se conocieron, el día que le pidió salir, su primer beso, san Valentín… Más de una vez estuve tentado a recordárselos al olvidadizo marido. Y él…, qué manía con adueñarse del mando de la tele que sólo se veían deportes, no la dejaba ver ni una sola película y se negaba a instalar un televisor más en la casa. Gran error. Quizá eso les hubiera salvado. Pero se negaba: en la cocina no, porque allí era donde comían y esos momentos eran para conversar (como si supieran lo que es eso), y en el dormitorio tampoco, que perjudicaría sus relaciones íntimas, por cierto, cuando se relacionaban de ese modo, lo hacían de una manera tan ruidosa que ni con tapones me libraba de sus escandalosos gemidos.Y ¿qué decir de las reconciliaciones? Ambos compartían su pasión por el flamenco y lo escuchaban a todo volumen para celebrarlas, menos mal que últimamente no se producía ya ninguna, pues mis tímpanos no hubieran soportado más sesiones del respetable arte andaluz.Así pues, voy a abrir mi mejor botella de vino y me voy a por un buen marisco, la ocasión lo merece: recupero la libertad de mi maravillosa soltería.
Texto: Yolanda Nava Miguélez
Narración: Susana Santamarina
Más Historias de portería aquí.
Buen texto. Me ha gustado eso de recuperar la libertad de la maravillosa soltería.
ResponderEliminarSaludos.
Antes de que suba el IVA debería recomendarse la compra del segundo televisor. Es más barato que un divorcio...
ResponderEliminarSe quedó tranquilísimo el tercero en cuestión, probablemente los animó. Divertido texto que responde perfectamente a la convocatoria.
ResponderEliminarAnda..., ¿qué ha pasado con mis "punto y aparte?" envié el texto con unos cuantos y aparece como "muy abarullado" todo junto.
ResponderEliminarGracias a cuantos os habéis acercado a comentarlo. Abrazos.
Ciertamente hay pisos en donde los tabiques más que separar unen, y al pobre protagonista le tocó hacer un trío muy "sui generis" a pesar de su soltería. Un relato "real como la vida misma".
ResponderEliminarSaludos a su autora.
Yolanda, es un texto como la vida misma. Cuando los tabiques son de finísimo celofán las vidas ajenas invaden la tuya propia, y a veces estás deseando de que se vayan de vacaciones, o les toque la lotería, o ...se divorcien ... Sabes tanto de sus vidas como de la tuya propia e incluso te entran ganas de preguntarles qué pasó de esto o de lo otro.
ResponderEliminar¡Como la vida misma! querida.
Buena aportación a historias de portería. Me gusta. Un beso.
Gracias Laura, me alegra mucho que te guste.
ResponderEliminarSaludos.
Si sabré de estos dramas de telenovela, con 30 años viviendo en un edificio de propiedad horizontal...
ResponderEliminarQue tu prota no festeje tan rápido, el departamento se alquila a otra pareja el ciclo vuelve a empezar, ajajajaja
Un beso, Yolanda
Muy bueno, Yolanda, de "realismo duro" me atrevería a decir.
ResponderEliminarUn abrazo,
Gracias Patricia y Pedro, por vuestros comentarios y vuestro tiempo.
ResponderEliminarAbrazos.
Cuando las paredes de los pisos son de papel...
ResponderEliminarTexto de un realismo aplastante.
Suerte Yolanda
Yolanda, como lectora, me ha parecido muy creativo tu relato. He disfrutado dos desenlaces: el del tío que vive solo, pero con todos los ruidos de compartir su piso con los vecinos de al lado (con la pareja que se va a separar, de la que conoce toda su vida de "oídas") y el personaje que disfruta de su nueva y reciente soltería (y que ha visto reflejada su vida en la pareja vecina, reviviéndola paso por paso)... Estas han sido mis dos interpretaciones simultáneas.
ResponderEliminarMuy buena aportación, Yolanda. Doblemente interesante.
Un beso.
Amparo Martínez Alonso
Sí, Amparo, el personaje despliega en sus meditaciones pasado y futuro, esperemos que no le lleguen otros vecinos peores, ya sabes aquello de "otro vendrá que bueno me hará"...
ResponderEliminarAbrazos y gracias por tu comentario.
Qué felicidad recobrar la soltería en este relato. Me ha gustado mucho, Yolanda, enhorabuena.
ResponderEliminar¡Gracias Lucrecia!
ResponderEliminarDelirante y divertido. Me ha gustado mucho. Y además corto. Lo breve, si bueno... Bravo, autora.
ResponderEliminarGracias por tu comentario Saluditero!
ResponderEliminarRelato que trata muy bien las diferencias entre las apariencias y la osmosis de los tabiques. El diálogo inicial está muy bien pues introduce el conflicto, y el monologo nos cuenta la felicidad conyugal, y es ahí, precisamente en ese descubrir las miserias de la pareja donde surge la sustancia del relato, ese hacer pensar al lector y ver a los dos personajes protagonistas, siempre que el narrador no sea un mentiroso, claro. Y sí, de algún modo el titulo y el final nos indica la vida de ese matrimonio de tres.
ResponderEliminarGracias Ximens por acercarte a mi texto.
ResponderEliminarUn abrazo.