02 agosto, 2012
S.O.S.
Este barco ha perdido el rumbo, está en manos de un capitán enfebrecido que improvisa a golpes de timón cambiando de ruta constantemente, no asume responsabilidades, culpa de cada una de sus maniobras erróneas a cualquiera de la tripulación; sacrificando cada día a un grupo de los nuestros cree poder corregir el rumbo; ayer, en el colmo del arrebato, lo echó a suertes y colgó al vigía. Hoy hemos encallado, la quilla- la columna vertebral del barco- ha quedado destrozada y se ha abierto un boquete por debajo de la línea de flotación que ha inundado la bodega; el barco esta completamente escorado, nos hundimos y el capitán necesita urgentemente que le demos un culpable; ha colgado al cocinero…
El peor de nuestros males en todo este caos ha sido el miedo, ese virus infecto con el que nos ha contaminado todos convirtiéndonos en enemigos encarnizados; la traición campa a sus anchas de proa a popa, de estribor a babor; ya no quedan inocentes en este maldito barco, todos queremos sobrevivir, aunque para ellos tengamos que entregar a inocentes a la voraz locura del capitán.
Antes de morir quiero confesar que fui yo quien denuncié a mi mejor amigo Iñaki (el cocinero) pido perdón a su familia... ¡Se trataba de él o yo!
Soy el jefe de máquinas, al amanecer seré ajusticiado, acusado de sabotear el menú del capitán, que desde esta mañana no sale de la letrina. Rezo para que termine de “estirar la pata” antes del amanecer…
Texto: Mª Isabel Machín García
Narración: La Voz Silenciosa
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Faltaría por saber por qué el capitán ha llegado a serlo. Quizá era fácil dirigir una nave cuando la mar estaba tranquila y todo iba a favor.
ResponderEliminarPero cuando empezaron las tormentas, ni siquiera cambiando al capitán hemos sido capaces de salvar (aún) la nave.
A mí todo ese caos me suena conocido, ay, espero que no termine como en tu relato Mª Isabel.
ResponderEliminarMuy bueno, sobre todo por las semejanzas.
Saludos.
Uff , ese barco! Esperemos que llega a buen puerto y, que el jefe de máquinas tenga la suerte de una condena fatal.
ResponderEliminarUn abrazo y felicidades por el ingenio..
Esta historia esta muy bien, pero creo que debería empezar por donde termina "la columna vertebral del barco- quedo destrozada y se abrió un boquete e inundo la bodega" y todo lo que estaba a su alcance también. No ocurririan todas estas desgracias porque no tenia ni idea de como llevar ni siquiera una patera??
ResponderEliminarUn saludo.
Lo que ocurre con los capitanes de estos tiempos Amando, es que no importa como llegaron a serlo, ni que bandera izaron en sus inicios, porque están a las ordenes de los que, a pesar de tenerlo todo, siguen provocado tormentas para acumular mas riquezas.
ResponderEliminarLo malo es comprobar como el desamparo nos desarma y el miedo nos hace impotentes.
Yashira, yo tambien espero que cualquier "semejanza" salgan mejor parada que los pobres tripulantes del barco de mi relato.
ResponderEliminarGracias por tu lectura y comentario, un abrazo.
Aniagua : Gracias, siempre es una alegría recibir tu comentario. Un abrazo.
ResponderEliminarMaribel: Será lo más probable, pero cada vez estoy mas convencida de que la ineptitud también tiene un efecto globalizado.
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
Me apunto a tu comentario, Isabel, de que la ineptitud también forma arte de esa globalización.
ResponderEliminarUn beso.
¿A qué me sonará esta historia? Ay, Señor!!!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Gracias Isolda por tu comentario. Un beso para tí.
ResponderEliminarAna...coincido con ese - ¡Ay Señor!-... y además, le añadiría un:-¡Ave María purísima! (como exclamaría mi abuela a la vez que se santiguaba).
ResponderEliminarMe alegra mucho que te haya gustado. Gracias
Un abrazo.