Me puede. Domina
todos mis actos. Es dueña de mi voluntad. Yo le doy todo lo que me pide,
alcanzo sus metas y cumplo todos los retos que me marca. Se alimenta de ellos.
Ha crecido tanto que ya no cabe en mi pequeño apartamento. Ni en mi viejo
utilitario. Tampoco simpatiza con mis amigos de siempre. Está cambiando mi vida
y no sé cómo pararlo.
Añoro
aquellos tiempos en los que mi ego dormía y yo vivía.
Texto: Yolanda Nava Miguélez
Narración: La Voz Silenciosa
Narración: La Voz Silenciosa
La tarea más compleja del ser humano es domar al ego propio. Y eso no siempre se consigue. Mejor dicho, pocas veces se consigue.
ResponderEliminarAmando, yo diría que nunca se consigue, aunque estemos toda la vida trabajando por ello.
ResponderEliminarBuen micro Yolanda de los que te hacen volver y volver, y pensar.
¡Gracias amigos!
ResponderEliminarEstupenda alegoría al ego desbocado, estoy de acuerdo, siempre ingobernable, hay que aliarse con él y aprovechar su tirón, que también lo tiene, la egolatría controlada también es conveniente.
ResponderEliminarDe acuerdo con tu opinión Ángeles.
ResponderEliminarUn abrazo.