Las nubes surcaban el firmamento con una oscura estela de tormenta. La primera gota, dura y cristalina, cayó sobre ella. Se asustó.
Buscó refugio dentro del coche. Allí estaba él, expectante y hermoso, enfundado en un jersey negro. Cuando le dirigió una sonrisa, se sintió irremisiblemente atraída por su masculina hermosura. No pudo evitar acariciar sus labios. Su boca sensual pareció devolverle el beso. Entonces, con suma delicadeza, rozó sus párpados, magnetizada por la insondable noche de sus ojos. Acarició su frente, se deslizó hacia aquellos pómulos que parecían guardar el último fulgor del ocaso. Fue bajando, con suavidad, hacia su pecho. Allí, rítmicamente, se ondulaba la zaína lana sobre su torso.
La lluvia arreciaba, desde detrás de los cristales, iba pintando de irisadas estrellas el oscuro jersey. Parecía el cielo, palpitante de encendidos astros.
Apoyó su cabeza justo en aquel punto donde sentía latir la vida que fluía desde su corazón. Fue en aquel momento cuando el hombre acarició las alas que ella acababa de desplegar, mostrando toda su belleza escarlata. Y, mientras decía que era la más extraña de las mariposas rojas que había contemplado, atravesó su cuerpecito con un refulgente y aguzado alfiler.
Narración: la Voz Silenciosa
Sorpresa dura, justo en la última mitad de la última frase, allá donde un microrrelato tiene que hacerse como un bumerang que coja la mirada del lector y la obligue a regresar al principio, para releer el texto con otra luz.
ResponderEliminarTu poesía, María, no deja de fluir por tus frases, esa cadencia del verso se cuela en el fraseo del texto, dotándole de una musicalidad especial.
Muchas gracias, Franco y Amando, ya era hora de que me estrenase en La Esfera Cultural, que me encanta. Es un honor estar entre los esféricos que tanto quiero y admiro. Este micro es un poco duro, pero lo escribí con ganas... y ahora es vuestro. Un abrazo muy fuerte y mi gratitud.
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ResponderEliminarQuerida María, queridos esféricos... Tengo que decir que Amando lo bordó con su comentario...
María, es crudo y hermoso... Bsts.
María, amiga: ¡qué espléndido es nuestro idioma cuando se escribe con sencillez, sin aspavientos, sin metáforas inútiles! Te conocía como admirada poeta, pero creo que deberías deleitarnos con más prosa, sencilla, natural, manejando tan eliciosamente nuestro maravolloso idioma. Un gran abrazo.
ResponderEliminar¡Qué magnífica tarjeta de presentación en La Esfera, María!
ResponderEliminarUn texto como un diamante: exquisito, delicado, duro.
Bienvenida, María. Te echaba de menos en La Esfera.
Un gran abrazo.
María, sencillamente precioso.
ResponderEliminarComo siempre,querida María, impregnas todo lo que tocas de poesîa.Me ha gustado mucho. Un beso fuerte
ResponderEliminarDelicioso María, efectivamente Amando lo bordó. Me ha encantado, duro pero hermoso. Un besazo
ResponderEliminarUn hermoso relato que destila poesía impregnada de dolor.
ResponderEliminarPrecioso, María.
Un beso.
Muchísimas gracias a todos por vuestros comentarios, mi estreno en La Esfera me ha llenado de satisfacción y gratitud. Mis queridos amigos poetas, sois muy generosos por leerme y por dedicarme vuestras palabras. Mis queridos amigos esféricos, gracias por todo. Un inmenso abrazo para cada uno de vosotros, los que me habéis dejado constancia de vuestro paso y los que, sencillamente, me habéis leído. Hasta pronto.
ResponderEliminarUn gran fichaje literario. Un gran fichaje humano. Bienvenida María.
ResponderEliminarLlego tarde. Sólo decirte, María, que este cuento de mariposa me gusta tanto como tus cuentos de fantasmas.Un beso.
ResponderEliminarBienvenida, María, gracias por regalarnos este estupendo micro que se te clava como un alfiler, así deben ser los micros, bien abrochados y sujeto. La miel en los labios, queremos más.
ResponderEliminarDe nuevo mi mayor agradecimiento a todos, y especialmente a La Voz Silenciosa, mi texto en la voz de José gana muchísimo. Me ha encantado.
ResponderEliminarGracias María. Cada vez esta Esfera rueda más lenta pero más segura. Es como pasearse por las letras degustando cada una de ellas con su dulzura o amargura. Soy más feliz desde que comencé a compartiros con mis silenciosos amigos.
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