—Déjala a ella que sea pájaro hoy
¿vale? Si quieres, mientras papá la lleva sobre los hombros, tú y yo podemos
ser liebres.
—¿Tú corres rápido mamá?
—Claro, soy una bala. Dame la
mano y verás.
En cuanto siento sus deditos
apretando los míos comienzo a correr. Se ríe. Desde que nació la niña apenas lo
hace; me encanta escucharle, parece un cascabel.
—Sigue mami, no te pares.
Acelero un poquito, todavía puedo
ser una liebre, pero tengo que ir pensando en otro animal compatible, con sus
ganas de seguir siendo el primero en todo por méritos propios, y con este nuevo
embarazo.
Texto: Paloma Hidalgo Díez
Lo que hay que hacer por los hijos...
ResponderEliminarMuy tierno.
Lo que hay que hacer por los hijos...
ResponderEliminarMuy tierno.
Te confieso que lo leí por la mañana y no le saqué el jugo. Ahora sí veo esos celillos, pero advierto que son a dos hermanos, la niña y el que ha de venir.
ResponderEliminarEs muy dulce, Paloma. Un beso.
Cargado de sentimiento, muy logrado Paloma. Me gustó.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tierno micro que se cuela fácil, sobre todo a las madres.
ResponderEliminarUn delicioso micro que huele a niño y a madre y donde suenan sus risas.
ResponderEliminar¿Hay ser más compatible que una madre con las ganas de un hijo de ser el primero en todo por méritos propios?
ResponderEliminarEsos celos incontrolables que nos acompañarán toda la vida, desde luego que hay que vérselas con ellos desde chiquitos.
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