La primera vez que descubrí las costuras del señor Fredrick fue nada más conocerle en una exposición de arte futuro, en Hamburgo. Una amistad común y ligera para ambos nos presentó frente a un pabellón de salto cuántico; nos dimos la mano y entonces noté, con mi buen tacto, los intrigantes relieves, como los que una vez había palpado en un viejo abrigo deshilachado. Tuve que permitirme la indiscreción: él al menos me la permitió, cuando le pregunté a qué se debían esas muescas en su piel. Inconfundibles marcas y cicatrices de bordado y encaje, líneas rectas y precisas flanqueadas por pequeños puntos que una vez fueron agujeros, atravesaban la cara oculta de sus dedos, su juntaban a través de la palma de su mano y ya como una sola se perdía de la vista por su muñeca hasta el interior de la manga de su chaqueta. Me las mostró primero como aquello que solían llamar un Cristo enseñando las heridas. Y luego, con flema envidiable y aplastante honestidad, respondió que aquella no era realmente su primera piel. Luego se unió a un aplauso general que no recuerdo a qué alababa. Su rostro quedó, o más bien siempre había estado, fijo y estático, en un rictus contenido, como si se le pudieran saltar los hilos alrededor de los labios, y yo no quise preguntarle por qué había tenido que mudar el pellejo.
Texto: Enrique Trenado Pardo
Narración: La Voz Silenciosa
Texto: Enrique Trenado Pardo
Narración: La Voz Silenciosa
Pues no lo he entendido. Me parece que esto es un fragmento de algo más largo y, por tanto, faltan o bien premisas o bien conclusiones.
ResponderEliminarAunque supongo que solo es que yo estoy espesa y poco metafórica.
Pues no hay mucho que entender. El tipo en cuestión tiene marcas y cicatrices porque parece que tiene otra piel que no siempre ha sido la suya. La foto, además, es bastante ilustrativa. No veo la necesidad de conclusiones, ni de dejarlo todo masticado.
ResponderEliminarSiempre me he preguntado por qué cuando se elige la opción "ANÓNIMO", suele ser para ocultar lo contrario. Será lo de las segundas pieles.
ResponderEliminarSegundas pieles. Parece que después de todo se ha entendido el cuento.
ResponderEliminarExcelente cuento, por cierto. Como siempre.
Estupendo, Enrique, qué intriga el origen de esa segunda piel -¿segunda?, vaya usted a saber-, queremos segunda entrega.
ResponderEliminarUna segunda piel mal cosida, supongo, porque se notaron las muescas nada más darle la mano. ¿Se trata de un personaje siniestro o que el cirujano es un chapuzas? A saber...
ResponderEliminarMe gusta esa doble piel con costuras prominentes. Cuantas pieles podemos llegar a tener????
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