Texto: Isolda Wagner
19 diciembre, 2012
Reflexiones
Todavía uno siente esa sensación maravillosa de libertad cuando se sube a un tren o a un avión. Parece una contradicción, porque una vez instalados, ya no hay escapatoria. Sin embargo, cuando emprendemos un trayecto, no importa lo largo que sea, ni siquiera si es de ida o vuelta, en cuyo caso puede que solo cambien los sentimientos bien de alegría o de tristeza. Lo inevitable es dejar algo atrás y avanzar o volver hacia otro algo. Nos queda pues, a falta del movimiento incómodo de las piernas, ejercitar la mente. Ahora sí podemos profundizar en el pasado o en el porvenir. Realmente estamos atrapados en ese segmento de espacio y tiempo. Un viaje puede ser inspirador, dejando tan solo a la imaginación volar y que la musa le prenda a uno en el camino. Es una soledad compartida con muchos otros seres, igual de ocupados. Se puede pasar el rato en duermevela: la clarividencia máxima. Los hay que se afanan en trabajar con la oficina a cuestas. ¡Qué pena! Ahora ni se puede desconectar durante unas horas. Es su elección o tal vez una necesidad ¡Quién sabe! Si es de día y se dispone de ventanilla, lo mismo desde nueve mil metros, como a ras de tierra, tenemos alimento suficiente para todo ese tiempo. ¡Cuánto por contemplar! ¡Cuántos a los que evocar al paso de determinados sitios! ¡Cómo no recordar las historias vividas y soñar las por vivir! Nos movemos a lomos de un artefacto móvil y somos nosotros mismos, sin máscaras, a solas. Sería feliz en el Transiberiano.
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Me encanta tu texto de viaje como me encantó viajar contigo.
ResponderEliminarSiempre importa el viaje, no tanto el destino, como bien afirmaba Kavafis, si no me equivoco.
ResponderEliminarEspléndido, amiga
Yo también sería feliz en el transiberiano :)
ResponderEliminarTendré que conjugar entero el verbo "mantancar" con tus reflexiones, Isolda.
Un abrazo grande
Es evidente que quería de cir "mancantar"... lapsus dedus, glup ;)
ResponderEliminarAsí es, querida Isolda, lo que importa es el trayecto. Salir o llegar a un determinado punto sólo sirve de descanso para seguir disfrutando del viaje, del que se acaba y del que se inicia. Y del siguiente. La vida es un viaje continuo, cuando quieras nos apuntamos al Transiberiano...
ResponderEliminarMe ha encantado, un fuerte abrazo.
El Transiberiano? Me has dado en la línea de flotación. Desde Rusia a la China mirando por la ventana. Deteniéndote en esas estaciones...
ResponderEliminarUn hermoso capricho que desde hace mucho se plantean quitar.
Viajar con tiempo, viajar por placer, viajar sin destino... gracias por tu texto Isolda.
Francisco, en ese caso, lo incluimos en el libro del nuevo año: hay que viajar en el Transiberiano una vez en la vida.
ResponderEliminarCatherine, otro deseo: viajar de nuevo juntas; Amando, no sé yo, lo de los viajes, pero Itaca siempre nos unirá. Mariluz, la sorpresa de este año, también te apunto al viaje y a ti María, qué decirte, que nos queda muchas estaciones para encontrarnos.
Besos de mi sur para vuestros corazones, es mi felicitación navideña.
Me apunto a vuestro viaje!!
ResponderEliminarMe han encantado (y hecho pararme y mirar hacia adentro, pensando en todo lo que hay que contemplar y vivir fuera) tus reflexiones, Isolda.
Buen viaje por la vida!
Es de las cosas más bonitos que se pueden desear. Gracias, querida Ana, buen viaje para ti también!
ResponderEliminarBesos "in itinere" siempre.
Pues va a ser que a este paso, apreciada Isolda, te van a nombrar Jefa de Ventas del Transiberiano, porque me parece que tras tus magníficas reflexiones apenas quedan plazas; si, me han encantado hasta el punto de haber sacado el último billete que quedaba. Vamos a ir muy apretaditos, pero será un magnífico viaje en tan grata compañía.
ResponderEliminarBesos, Terrón de tierra.
Vale, me apunto a la peña viajera. Es más, no necesito ni siquiera destino. Ida y vuelta hacia ninguna parte. Que sigas viajando hacia fuera, hacia dentro. Un abrazo.
ResponderEliminarSensatas y preciosas reflexiones en el tren. Hermanas de mi poema de ayer.
ResponderEliminarTerrón, ¿qué me dices? ya no quedan billetes? Se añade un vagón, sin problema.
ResponderEliminarAmando GN, apuntado quedas; da igual el destino, pero pararemos en algunos sitios, valdrá la pena.
Jesús, son hermanas pero tu poema es mejor.
Gracias por disfrutar conmigo de ese viaje virtual.
Muchos besos a todos.
No importa como viajes ni donde viajes...lo importante es con quien viajes. Contigo sería un placer amiga. Besos.
ResponderEliminarFlamenco, ttú sí que eres un sol. Te tomo la palabra y ya sabes lo pesada que puedo llegar a ser. Muchos besos y que paséis unos días estupendos con toda la familia
ResponderEliminarLos viajes del escritor, los que hacemos mirando el interior y el exterior con una mirada única. Estupendo relato Isolda.
ResponderEliminarCierto, Isolda, a mí también me asalta esa sensación de libertad, el vértigo del ir, cuando me subo a un avión (por aquí no hay muchos trenes) y pienso que es una oportunidad estupenda para soltarnos las ideas y que también vuelen. Además, son fuente de inspiración, si yo viajara mucho, ya llevaría varias novelas publicadas, jejeje.
ResponderEliminarQueridas esféricas: Inma y Ángeles. Gracias por vuestras palabras. No hace falta escribir novelas, cuando no dejáis un minuto de idear cosas y plasmarlas en un papel.
ResponderEliminarMuchos besos a las dos y disfrutad de estos días.
Ufff... un poco más y se me escapa.¡Que mejor para iniciar un nuevo año que imaginar el placer de un viaje! Esa sensación de libertad, de aventura, que se siente durante el trayecto. Estrenando mirada, porque siempre somos distintos, porque cada experiencia vivida nos hace diferentes; es por eso que regresar a un paisaje que un día fué idílico nos puede decepcionar, pues algo se ha movido de sitio; para empezar nosotros.
ResponderEliminarGracias por hacernos reflexionar sobre el placer del viaje.
Un saludo afectuoso y Felices Fiestas.
Gracias, Isabel, lo mismo deseo para ti. Un beso.
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