Tal vez sea eso, sus palabras quedas lo que me desinhibe y hace fuelle en mis pulmones y que suba y baje mi tórax descaradamente. Sus dedos aletean como colibrís sobre mis pies, ascienden al ras de mis curvaturas y se posan en la tela que cubre mis labios. Ahí espera un breve instante, el suficiente para que yo retenga casi en gritos las ganas de que los bese. Se quita las gafas y su sonrisa antes tímida se transforma en perversa, sus dedos de colibrís en una culebra, que repta y repta por las cavernas de mis entrañas y me clava y se clava hasta hacerme morir…
Texto: Dácil Martín
Narración: La Voz Silenciosa
Texto: Dácil Martín
Narración: La Voz Silenciosa
Tal vez relatos como este nos desinhiban y aceleren nuestra respiración...
ResponderEliminarUn texto muy sugerente para sortear el domingo.
Todo un placer.
Ana
Hay a qué muerte te referirás, a qué muerte... Sugestivo
ResponderEliminarYo sé a qué muerte te refieres. Magníficas tus palabras, querida Dácil. Mil besos.
ResponderEliminarExquisito texto, delicioso como el tacto de esos dedos de colibrí que se adivina.
ResponderEliminarSe me ha pegado a la piel.
La muerte. Una muerte de 10 segundos que te hace vivir.
ResponderEliminarEsos dedos tamborileros, aleteadores,... Buena imagen, Dácil. ¿Es el deseo que crece hasta matar? Esa duda es la que me queda. Aunque déjame con la duda. En la duda está el encanto.
ResponderEliminarGracias por lo comentarios, más sugerentes que el propio texto: Empecemos por La Voz Sienciosa, cuya lectura como colibrís hace libres las palabras. Seguimos con la mañana de domingo que nos abrió Ana Crespo. Qué tipo de muerte, nos plantea Amando, sabiendo con picaresca, que también hay una divina, una divina de la muerte. Nuestra querida Isolda, contundente, apuesta sobre la divina. Y Ana J, que envuelve en rica piel. Los 10 segundos de intensa vida que calcula Francisco. Miguel, como el jazz, lo bueno mata...
ResponderEliminarHa sido todo un placer, abrazos.