A un invidente de nacimiento, quiero explicarle cómo es el mar.
Lo siente en la piel; sabe cuando está frío, cálido, calmado.
El oído le dice si está tranquilo o furioso.
Por el gusto sabe que dependiendo del grado de salinidad es más o menos sabroso.
El olfato le trae a la memoria el olor y el sabor de ciertos alimentos.
Sólo se me ocurre hacerle entender que puede ser como cuando recogió en sus brazos a su hijo recién nacido. Aquella sensación de plenitud, de encantamiento, de agradecimiento.
El color de tonos cambiantes, que inundan el alma y la hacen ensancharse cuando se ve un amanecer o una puesta de sol sobre el mar, se iguala a los sonidos que le llegan de ese cuerpecillo indefenso y querido que ahora depende de él y que sin verle tendrá que saber interpretar con una gama de sensaciones únicas.
Texto: María Fuencisla López López
Narración: La Voz Silenciosa
El olfato le trae a la memoria el olor y el sabor de ciertos alimentos.
Sólo se me ocurre hacerle entender que puede ser como cuando recogió en sus brazos a su hijo recién nacido. Aquella sensación de plenitud, de encantamiento, de agradecimiento.
El color de tonos cambiantes, que inundan el alma y la hacen ensancharse cuando se ve un amanecer o una puesta de sol sobre el mar, se iguala a los sonidos que le llegan de ese cuerpecillo indefenso y querido que ahora depende de él y que sin verle tendrá que saber interpretar con una gama de sensaciones únicas.
Texto: María Fuencisla López López
Narración: La Voz Silenciosa
Cuando algo es "magnífico" lo percibimos aunque nos tapen los ojos y el resto de sentidos.
ResponderEliminarA veces, los sentidos son más de cinco, especialmente si están implicados los sentimientos, lo suficiente como para suplir alguno que falta.
ResponderEliminarBuen texto María. Como dice Ana, seis, no cinco, son los sentidos.
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