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Ese remolino de viento desata sus dedos y
se cuela, se adentra en medio de mis silencios,
justo en el momento que me disponía llamar a los muertos,
que vienen y se quedan en mitad de los sueños, en las horas
silenciosas, mudas, frías. Los muertos de mi vida que regresan
en la madrugada con el frío en los huesos, con las lágrimas que aún
resbalan por laderas de sangre y olvidos.
Ese remolino inquieto que atrevido susurra a mi lado los mimos de los
amantes, los besos de labio a labio,
y se me escapa entonces una lágrima igual que la de la noche anterior.
Un carrusel en marcha es ese torbellino, que gira y gira con la música
de los días de primavera, de inviernos sin soles, de callejas sin luz.
Ese remolino inquieto ahora más fuerte con un silbido agudo y
cerca de mis oídos, deja el almizcle untuoso que trae desde lejos, cuando
la corriente empuja. Esos aires, los mismos que desvelan mis horas ésta noche.
Texto: María Estévez
Naración: la Voz Silenciosa
Naración: la Voz Silenciosa
Texto duro y sombrío, con esa belleza extraña de los cementerios.
ResponderEliminarMuchas gracias, Amando.
ResponderEliminarMaría Estévez.
Felicidades, María,.... Qué suerte tienes que la Efera acoge tus bellos textos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Parece que puedes mecerte en sus palabras mientras lees. Has logrado plasmar muy bien el movimiento del aire sin necesidad de palabras descriptivas, únicamente con el ritmo del relato. ¡Enhorabuena y un saludo!
ResponderEliminarCarmen Medina Sarmiento
¿Por qué la noche desata tantas inquietudes?
ResponderEliminarSentimientos muy bien plasmados.
Gracias a tod@s por sus comentarios...
ResponderEliminarUn abrazo
María Estévez
Me gusta mucho la idea de un relato donde el protagonista es el aire. Muy ligero y vaporoso. Felicidades María. Un beso
ResponderEliminarTremendo, da escalofríos.
ResponderEliminarMe ha gustado.
Saludos
Beatriz,Dacil: Muchas gracias a las dos...
ResponderEliminarAbrazos.
María Estévez.