15 marzo, 2014

La acción narrativa

#ElescritorEnSuEsfera

“Es más fácil describir sin contar, que contar sin describir, acaso porque los objetos pueden existir sin acción, pero no la acción sin objetos.” Gérard Genette. 

Toda acción supone un cambio necesario
y los cambios son el motor de la ficción.
Formalmente, la acción narrativa es la suma de todos los acontecimientos y situaciones que componen una historia. O, si se prefiere, la suma del conjunto de actuaciones, movimientos y acciones que necesita el desarrollo de la historia. 
Toda acción supone un cambio, y un cambio necesario. Cada cambio es una vuelta más del motor que mueve la máquina que es la historia. Cada cambio es un peldaño más que se sube en busca del siguiente peldaño y, en último extremo, en busca del final de la historia. Cada acción opera sobre la trama, pero también sobre los personajes. Llegando incluso a provocar que cambiemos la opinión o la percepción que nos vamos formando sobre ellos a medida que van tomando decisiones o afrontando retos.

El uso que el autor hace de las acciones en su narración marcará
el ritmo y, en buena medida, el interés que consiga generar en el lector. Si se planifican adecuadamente, si se salpican con armonía durante la narración, el autor podrá mantener atrapado al lector en la historia narrada, haciéndole formar parte de ella y sin cuya participación, su existencia misma no tendría sentido.
Cuando un autor trabaja las acciones de su narración siempre tiene muy presentes las respuestas a las preguntas sobre quién hace qué, o por qué lo hace y a quién afectará y cómo. Esto le permitirá anticiparse a las reacciones de los demás personajes, a los cambios que cada uno de ellos está expuesto a sufrir en razón a esa acción/reacción/cambio. Resulta, por lo tanto, de vital importancia para el desarrollo posterior. La acción narrativa es el verdadero motor de una novela ya que produce cambios en todos sus niveles y dimensiones y actúa como eje del ritmo narrativo de cuanto sucede.
En cuanto a los tiempos de las acciones, es obligado para el autor determinar en qué tiempo verbal va a narrar su acción. Si en presente, obtendrá resultados más vívidos, más inmediatos, más cercanos al lector, que transmitirán incluso la idea de que podría llegar a intervenir para que un protagonista no se suicide, por decirlo de alguna manera. Si en pasado, ofrecerá al lector un menú frío de hechos absolutos, invariables, que desvelarán una huella más profunda en el personaje y que dejarán otra igual de profunda en la percepción que el lector tenga del personaje. Este efecto se consigue en base al sacrificio de la inmediatez y de la sensación de inmersión del lector en la acción que ni siquiera es testigo de la misma. 
La única técnica conocida para alcanzar momentos intensos en una narración es alternar acciones (momentos cumbre) con descripciones, viajes interiores, digresiones… (momentos valle). Las cumbres no parecen tan altas si llegamos a ellas desde otras cumbres similares. Se gana notablemente en intensidad si el lector recorre un duro camino desde un valle hasta la cima, hasta el culmen, hasta el clímax de tensión. Los momentos más intensos lo son comparados con otros que no lo son tanto o que no lo son en absoluto.

El escritor en su Esfera

La acción narrativa
Artículo: Victor J. Sanz

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