¿Te animas a escribir una historia a partir de esta imagen?
Anímate a escribir un micorrelato—original, imprevista, de un solo tuit— a partir de esta imagen? Los mejores #microrrelatos formarán parte de un libro en papel al finalizar el #confinamiento.
Puedes participar con tu microrrelato cada día.
Gracias a cuantas voces y escritores se están sumando a #MicrosConfinamiento. Una iniciativa que nace desde nuestra cuenta de Twitter, aquí.
Estamos tejiendo en "una distancia muy cercana" una comunidad que vive un hecho sin precedentes y que nos unirá para siempre en un libro en el que quedarán impregnadas nuestras reflexiones y lo que estamos sintiendo confinados.
Deja tu microrrelato en los comentarios. Máximo 280 caracteres.
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(*) Cada día una imagen. Más fotos aquí: MicrosConfinamiento
Tal vez sea este cristal empañado lo que hace que seas un amor platónico. Tal vez sea el cristal lo que difumine nuestra distancia social y edad. Tal vez sea como todo en la vida: querer lo que no tengo. ¡Por Dios, no entres que pierdes la magia!
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ResponderEliminarTe quiero Amador, lo he escrito mil veces en mis libros, que algún día mi familia y yo, dedicaremos a una buena obra.
ResponderEliminarTe quiero aunque hayas muerto en aquel accidente de moto y me dejases sola, con el traje de novia en el armario.
Jamás te olvidaré y espérame, allí donde te emcuentres, ten paciencia, aunque ahora el Covid19, puede acelerarlo todo, vivir en el encierro es lo peor para recordarte.
Hoy me duele la garganta, pero espero que Dios me libre de esta penosa enfermedad.
Espérame, espérame.
Una delgada línea separa historias. Como si de nuevo se alzara otro muro.
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ResponderEliminarÍbamos los viernes al Marché aux oiseaux. Ya en Rue Aubé, transcribíamos las entrevistas para la radio libre y bajar, desde nuestro tercero, al café amable. Salí al balcón. ¡Increíble! Fermín, de nuevo, en su juego favorito: nariz contra cristal y ojitos destino: la sensibilidad.
ResponderEliminarCada mañana subo al autobús en la misma parada y a la misma hora. Invariablemente, el joven conductor me devuelve el saludo con un rictus de tristeza, mientras su mirada soñadora busca mi mano izquierda hasta quedarse detenida en mi alianza de boda.
ResponderEliminar¡Ay, tan cerca y tan lejos!
ResponderEliminarSé que no eres real.
ResponderEliminarSolo tiene sustancia la taza de café, lo demás, apenas un holograma que proyecta el súcubo. Una imagen de mujer venusina compuesta con varias clases de aire y azúcares, diestra en robar almas, y más siniestra aún volviendo cuerdos a los locos de locuras ventajosas como Picasso o la mendiga que se creía Bilquis, la reina de Saba.
No son tontos estos demonios. Conmigo nunca pudieron . En lugar de hilo dental uso barbas de choclo y del bigote me crecen tentáculillos receptores de la sintonía fina.
Tengo un plan: entraré, acariciaré su pelo para enredarle el aura y le daré el beso enamorado que en otro plano pero no en este, sin dudas, merece, y de regalo el quinto anillo de Saturno en una cajita .
Ordenaré delikatessens de califa: ¡Al amor hay que celebrarlo! , y en una de las veces que vaya al baño desaparezco.
No le hará mal pagar la cuenta. ¡Ya me dieron ganas de estar a las 7,45 a.m. apretujándome en el metro!
Ahora entrará por esa puerta con la nariz congelada de frío y beberemos chocolate y cognac y pasaremos abrazados la tarde y luego lo que quede de la eternidad.
ResponderEliminarVeía rostros en los cristales.
ResponderEliminarDecía que estaba loca por mí.
Solo estaba loca.
No dejaba de mirar al cristal de aquella cafetería de invierno desde un abril lejano. No lo hizo hasta que por fin apareció aquél chico con sombrero que perdió cuando niña.
ResponderEliminarNo, no era una pantalla protectora. Era la cristalera del café dónde nos juntábamos cada día. No podíamos dejar de soñar, era la única vía de escape al confinamiento.
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