20 mayo, 2009

No digas de esta agua no beberé



Hace veinte años sentada en una cafetería la escuché decir: -Yo no me acostaré nunca con nadie si no es por amor-. Tenía veinticinco años, gordita y lozana y una vida para esperar. Hoy me la vuelvo a encontrar, más gordita y más lozana, sentada en una terraza, con una taza de té que apura despacio. Sigue sin tener prisa. Nadie la espera, mamá está a su lado. Ambas cada tarde se engalanan y perfuman para tomar el té juntas y pasear por la rambla. Han pasado dos décadas y mantiene el mismo look y sigue igual de habladora, sabe más de la vida que nadie, ha leído mucho. Discute mucho con las amigas viejas de su mamá. Pero hoy, yo también voy sobrado de tiempo, y me fijo que sobre su cabeza existe una especie de viñeta casi imperceptible. Y en la viñeta un bocadillo de esos que usan los dibujantes en los tebeos para plasmar el pensamiento de los personajes y donde puedo leer: “hippies desnudos, marineros barbudos, policías uniformados con su arma de reglamento, fontaneros a domicilio, obreros con aroma a sudor...” Espero que si yo tengo una viñeta de esas, no se pueda leer mis pensamientos con la misma nitidez como los de la gordita lozana.

Texto: Francisco Concepción Alvarez

2 comentarios:

  1. Un micro muy bonito, sí señor. Me ha gustado mucho la frescura con la que está escrito.

    Pronto prepararé algo para esta maravillosa web. Por el momento, los exámenes me reclaman.

    Saludos,
    Sara.

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  2. Es más divertido imaginar lo que estás escribiendo en el bocadillo opaco que hay sobre tu cabeza.

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