Eric Jenicot, Elliot, regresó a Tenerife para presentar su espectáculo “The best of” el viernes 15 y ayer sábado, 16, en el Auditorio de El sauzal.
Elliot, que inició su carrera como clown como educador infantil, derrochó expresividad, simpatía y originalidad ante un público que acogía sus gags entre risas incontenibles y aplausos.
En una actuación en la que los efectos sonoros y luminosos eran un actor más y el trabajo corporal, el protagonista indiscutible, Elliot supo enganchar a los asistentes desde el primer segundo en que apareció sobre el escenario, haciéndonos sus víctimas y cómplices.
A medio camino entre el humor de El Tricicle y la gestualidad de los Monty Python en su época del MP’s Flying Circus, Elliot compuso un montaje ingenioso, especialmente en la primera parte, de exactitud milimétrica en la ejecución y un ritmo arrollador.
Lástima que el aforo sólo estuviera a la mitad –o menos- de su capacidad, porque sus gags del doctor Jones, enloquecido ginecólogo de teléfonos, del karateka con manual de instrucciones, de Mick Jagger o su striptease final para todos los públicos, merecían mayor audiencia.
Y siempre nos andamos quejando de que en Tenerife no tenemos oferta cultural. Vale, es francamente mejorable, muy mejorable, pero lo que resulta lastimoso es que dejemos pasar oportunidades de disfrutar de un buen artista y pasar una divertidísima hora y media.
¿Mala difusión de los eventos? ¿Apatía? Así nos va.
Crítica: Ana Joyanes
Elliot, que inició su carrera como clown como educador infantil, derrochó expresividad, simpatía y originalidad ante un público que acogía sus gags entre risas incontenibles y aplausos.
En una actuación en la que los efectos sonoros y luminosos eran un actor más y el trabajo corporal, el protagonista indiscutible, Elliot supo enganchar a los asistentes desde el primer segundo en que apareció sobre el escenario, haciéndonos sus víctimas y cómplices.
A medio camino entre el humor de El Tricicle y la gestualidad de los Monty Python en su época del MP’s Flying Circus, Elliot compuso un montaje ingenioso, especialmente en la primera parte, de exactitud milimétrica en la ejecución y un ritmo arrollador.
Lástima que el aforo sólo estuviera a la mitad –o menos- de su capacidad, porque sus gags del doctor Jones, enloquecido ginecólogo de teléfonos, del karateka con manual de instrucciones, de Mick Jagger o su striptease final para todos los públicos, merecían mayor audiencia.
Y siempre nos andamos quejando de que en Tenerife no tenemos oferta cultural. Vale, es francamente mejorable, muy mejorable, pero lo que resulta lastimoso es que dejemos pasar oportunidades de disfrutar de un buen artista y pasar una divertidísima hora y media.
¿Mala difusión de los eventos? ¿Apatía? Así nos va.
Crítica: Ana Joyanes
Casi siempre falta la difusión. Esta ventana debe de ser un altavoz para difundir con antelación este tipo de actuaciones y cualquier evento cultural.
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