19 octubre, 2011

Ojo de Dios


Abocados al borde del precipicio miran el ojo de Dios que separa las playas.
Allá abajo, dice la madre, el agua es tan cristalina que los callados se pueden contar por separado. Los hay redondos y alargados, y grises y verdes y algunos son tan pequeños que más parecen arena que guijarros.
Y, si tenemos un poco de paciencia y no hacemos ruido, los peces se acercarán a la orilla y nadarán alrededor de nuestros pies.
Con las barbillas apoyadas en las manos, acodados en la tierra, los dos niños no le quitan ojo al
vaivén de las olas a través de la roca perforada, puerta natural entre los dos litorales.
¿Veis? Ese es el camino por el que vamos a bajar. Con cuidado, que es muy pino y
podemos dar un resbalón. Nada de correr. Y, para cuando lleguemos, la marea estará tan baja que atravesaremos el ojo de Dios a pie, como si cruzáramos un arco.
El mayor se levantó de un salto, seguido por su hermano.
¿Bajamos ya?
Sí, pero tenéis que prometer que no os vais a lanzar a la carrera. Y que no os vais a chinchar.
Vale, mami, responde el pequeño, inquieto, tironeando de su mano. Es que lo que yo quiero es llegar ya a la playa, ésa donde los hombres están desnudos.

Para Dácil

Texto: Ana Joyanes
Ilustración: Laura Bécares
Narración: la Voz Silenciosa

16 comentarios:

  1. Existen edades, en las que la belleza del paisaje, las formas caprichosas de la arena y los susurros del oleaje, son matices muy secundarios.

    Expuesto con mucho humor y un excelente estilo!

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  2. Muchas gracias por echarnos a tu papelera, Lasosita.
    Ojalá eches en ella muchos de nuestros posts!
    Y gracias por tu comenario.

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  3. Un bello texto que suena a verano; a callados arrastrados por las olas, a gritos de niños contentos por lo pícara que es la mar... Gracias Ana, un beso.

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  4. Gracias a tí, Dácmar.
    Hay ciertas imágenes que calan, incluso si son contadas apresuradamente y con interferencias.
    Besos

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  5. He permanecido invisible escuchando tras los niños su exquisita conversación. Paisaje descrito en la voz de un niño, tan creible y tan fantástico. Descripción pausada y con detalles que te hacen la escena cercana. Eres parte de ella

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  6. Esto me suena haberlo visto en algún sitio antes, de otra manera. No sé. Me suena:
    Encantador, encantador. :)

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  7. Amando, tratamos de rescatar estos textos para publicar las ilustraciones que solo han visto la luz en formato papel.

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  8. Preciosa naturalidad.
    El ojo de Dios para el pequeño pasa por ser también el ombligo, o pudiera serlo. Encantado de haberlo leído. Un saludo y gracias.

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  9. Delicioso.

    Te aseguro que una de las cosas más difíciles en literatura es la literatura infantil. Y aunque este texto no esté únicamente dirigido a un público menudo tiene una delicadeza y un encanto que lo hacen especial.

    Yo también quiero estar en ese maravilloso paraje e ir a la playa de los hombres desnudos.

    Saludos

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  10. Un texto refrescante y con mucha ternura.

    Abrazos.

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  11. Curioso lo que apunta Anabel, desde luego la aurora tiene que dominar muy bien ese idioma.

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  12. Qué recuerdos, qué entrañable. Gracias otra vez. un beso

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  13. Muchas gracias a todos por vuestros comentarios. Gracias a tí, Dácil, por plantar imágenes frente a mí.

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  14. Qué emoción he sentido al escuchar este texto en tu voz, José Francisco.
    Es una de mis historias favoritas porque me traen a la memoria y al corazón a personas a las que quiero mucho, mucho. Ahora, con tu interpretación, vuelvo a rememorar las sensaciones y los sentimientos que me provocó esta historia.
    Muchas gracias!!!
    Un abrazo muy fuerte

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  15. Las gracias debo dártelas a ti y a todos los que en este centro de encuentro cultural, me permitís disfrutar leyendo vuestros relatos o cuentos. Un abrazo fortísimo para todos.

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  16. Todos formamos un buen equipo, ¿verdad, José Francisco?
    Muchas gracias, FranCo, por haberlo traído de nuevo a estas páginas.
    Un abrazo muy fuerte a los dos

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