Los poemas, los putos poemas que te hicieron acercarte.
Tápame con las marcas de amor
que dejé en tu cuerpo.
Vistámonos con ellas y salgamos
a la calle para lucirlas.
Antes de que se borren
o no sepa distinguir de entre todas,
cuáles fueron mías.
Los restantes trescientos versos que nos separaron despidiéndonos en alcohol y besos.
Los besos sucios.
¿Quién quiere besos asépticos? Tú no. Ni yo.
Yo tampoco los quiero.
ResponderEliminarSaludos,
Anabel, la Cuentista
Lo atrayente de la novedad, de lo singular. El rechazo de la monotonía de las repeticiones, de versos en serie...
ResponderEliminarAlcohol y a por otra relación que alimente la poesía, o a cultivar el desamor para romper y que salga el poeta llorón y lastimero que todos llevamos dentro.
Ni besos asépticos ni poetas llorones.
ResponderEliminarUna buena ración de pasión y desenfoque, algo que me remueva el alma y las tripas. Eso quiero yo.
Al final, todos nos desnudamos.
No me convence.
ResponderEliminarDe hecho, lo eliminé de mi página.
Espero más sensatez y calidad aquí, mía.
Gracias.
Púlelo.
ResponderEliminarLa idea es buena y lo que sugiere también.
Bueno, es una sugerencia
Buen poema y genial idea, la de vestirse con las marcas de amor, aunque no sean las tuyas.
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